El último podcast guateó, pero no sé si me deberÃa preocupar. El Preto no es monetizado ni nunca lo será y, basicamente, aquà hacemos lo que nos gusta y no lo que dicte la máquina. Esa máquina que cambia sus alambres sin avisarle a nadie, hay que andar literalmente adivinándole sus mañas, y que hace poco, al fin, se dignó en avisar un cambio. Pero un cambio que, si el gran jefe allá lejos, en su cuartel central de hackeo mental se levanta con la pata izquierda, va y lo cambia a lo que se le antoje. O fue culpa de eso, o fue que, sencillamente, hay temas más interesantes y otros que nos mueven la fibra sólo a unos pocos. Dicen que, cuando hay varias explicaciones, comúnmente la verdadera termina siendo la más simple.
Como consumidor de podcasts, tampoco es que me lo esté gozando. He escuchado montones, pero no me engancho con nada. Dicen que hay más podcasts que gente escuchándolos. Los podcasts, dos décadas después, todavÃa son para muchos una cosa rara. A los pequeñines de ahora les preguntas por Podcaster.cl o ChilePodcast y no cachan ná. Ésa fue una época en que los podcasts aún eran sólo audios, todo muy amateur, con escasa publicidad o sin esponsors en lo absoluto. Ahora no, metámosle video, metámosle equipos caros, rostros, comentarios, suscripciones con pago mensual para acceder a extras, empresas de medios creando sus productoras de podcasts pa' ganar lucas... Pero no está todo mal. Evolucionó no más. Y es todo tan distinto. Si, al menos, a la parte de video le sacaran más provecho y no lo vieran únicamente como manera de meter cerros de placements, con fondos de color plano para que nada llame más la atención que los placements, y sin ofrecer ningún valor agregado más. Te juro que, si los auspiciaran bicicletas, te darÃa firmado que meterÃan la tonta bicicleta en medio de la mesa. Dan ganas de pensar en que los videopodcasts se veÃan más interesantes en tiempos pandémicos, en que todos se grababan desde la casa. Y mostraban su mundo. Era bacán. Pero volvimos a la presencialidad... para qué... para volver al estudio, pintarlo plano y llenar la vista de cada podcast que esté encumbradÃsimo en los charts con detergentes o pañales de guagua. Ojalá que bicicletas no.
La otra cosa son los streams en vivo. Y, aunque me tira más que escuchar podcasts de otros, sigue siendo algo que todavÃa no me termina de enganchar. En el mundillo es algo que ya se instaló. Pero, por estos lados, hacer streams es algo que va a seguir esperando. Y es que no hay masa crÃtica. Me veo incluso peor que otros que todavÃa no terminan de prender. Anoche mismo veÃa un stream de un canal que lleva varios años, tiene sus buenos 20k o más de seguidores, pero que sus directos son vistos por no más de unos 15. Quince, sin k. Y a uno se le sale su bondad y dan ganas de dejarle un mensaje diciendo que se merece ser visto por más gente... pero a muchos no les gusta leer eso. No nos gusta leer eso. En todo caso... ¿te imaginai que me mande a la cresta alguien que ni sabe que existo? A su caso particular, agregarÃa el tener que bancarse un prejuicio enorme. Pero ahà está, feliz, una vez a la semana tirando la talla y conversando con los quince que llegamos a mirar, más uno que otro que justo vaya pasando.
No mencioné a nadie, porque no tienen la culpa, no quiero quemar a nadie... y porque nadie gana nada con ello. Ya me siento casi haciendo contracultura. Asà que sólo a ser feliz y no someterse a la máquina. Es lo que queda.
Como sea, considere ir a su app de podcasts y pinchar "seguir", para no perderse de nada.
Ayer, con David Gates de telón de fondo, tocó despedir las redes sociales.
Lo curioso es que lo que detonó finalmente dejar de usarlas no fueron los contenidos ni la toxicidad esparcida por quienes, de lado y lado (sÃ, de lado y lado) construyen su mensaje a punta de odio o fanatismo para conseguir un par de clics más. Fue la ansiedad. Esa ansiedad que te controla la mente, que te hace volver cada dos horas a ver si ha pasado algo o si esa persona que te interesaba te aceptó. Y, como de costumbre, y como ha sido mi historia, todo terminó de la peor forma.
Dedicar años a recordar cosas viejas usando redes sociales, no fue del todo una pérdida de tiempo. Volver en el pasado, a donde uno fue feliz, fue algo que me permità hacer y que le regalé a quienes pasaron por allá. Lo bueno fue que no estaba solo y, cuando los de siempre dejaron de venir aquÃ, encontré a otros por allá. Hasta que llegó un momento en que, al hacer el balance de lo bueno y lo malo, no dieron las cifras.
Mis redes personales desaparecieron. Las de este boliche, quedarán como archivo. Cerrar todo y dejar aquà todos los videos rotos de Instagram que van de este año serÃa hasta ridÃculo. Patético. Como armar un show tonto, cuando la solución, al menos en los papeles, era más fácil: simplemente, dejar de usar.
Nadie cachó que allá por ahora se terminó todo. Ya lo notarán.
"...and remember, goodbye doesn't mean forever..."
Dicen que dejar una esperanza duele menos.
La trastienda de Malditas Patrañas, su situación actual y los motivos por los cuales nunca triunfará (en las cifras)
- Por admin
- julio 02, 2022
Siempre he pensado que andar por la vida a lo loco no pinta bien, no importa cuando leas esto. Y asÃ, aprovechando la semana de receso del podcast (la cual, lo siento, no avisé), es que talvez sea momento para "desclasificar" lo que ocurre tras el micrófono, además de la situación actual, y que más vale que les cuente por esta vÃa que, bueno, hacer un podcast para ello y, en fin, evitar que se vea afectado por uno de los tantos factores en contra que el espacio, muy a pesar del entusiasmo, enfrenta (y enfrentará).
Antes de entrar en la sustancia, talvez sea hora de pedir disculpas. Pedir disculpas (y comprensión) a la pequeña audiencia (es pequeña, pero existe) del espacio. Nunca será mi interés menospreciarla, mucho menos cuando me han manifestado que escuchan lo que hago no porque sea ni amigo ni cercano, sino que simplemente porque de verdad les gusta. Pero es hora de dejar de hacerse el gil, y enfrentar la charcha realidad. Y para ello comenzaré exponiendo en el mismo orden que lo sugerà en el tÃtulo: primero la trastienda y lo que nadie sabÃa que venÃa incluido con cada edición, luego el estado actual y, finalmente, una serie de motivos por los cuales, a los ojos del mundo se seguirá viendo como un innecesario gastadero de luz en una empresa eléctrica mediocre y desperdicio de ancho de banda de un proveedor de Internet también nefasto.
Y preparense el cocavÃ, porque se viene para largo. O ni tanto, pero por si las moscas.
La trastienda
Preparar un capÃtulo del programa me toma toda una tarde de viernes o sábado, terminando la grabación a altas horas de la madrugada (no antes de las 2 AM). A eso, sumamos la selección musical que, créanlo, aunque se trate de temas "ahà no más" en más de algún caso, también consume tiempo, y más si la orientación desde un tiempo a esta parte ha sido, ojalá, tocar la fibra o desbloquear algún recuerdo. Aunque el tema no sea una obra maestra de la historia de la música, si desbloquea un recuerdo, sirve. Agarrar una lista de Spotify y seleccionar (o inspirarse en) temas de ahà es recontra fácil y, para mÃ, no vale. Pero donde quiero hacer un deep dive o un doble clic, es en la idea que para mà implica desbloquear un recuerdo. Recuerdo habérselo tratado de explicar a una amiga de años, una noche en que me traÃa en su auto de vuelta al departamento. Es lo que pasa un dÃa cualquiera cuando no sólo te topas con una canción que no habÃas escuchado en años, sino que además, mientras ésta suena, comienzas a anticipar lo que va a sonar segundos después, y segundos luego de esos segundos después. En casos más graves, mi cabeza se va a un punto del tiempo en el pasado y a un lugar especÃfico (y hasta tengo una lista privada en Spotify con estos casos, a medida que me los voy encontrando). Es como una bomba emocional que te explota encima. No lo entendió. Volviendo al podcast, ya durante la grabación, la que se hace "en vivo" de un solo tirón (y el resto son ediciones menores), el software de grabación va mostrando en tiempo real la forma de la onda sonora y es en este momento cuando la bomba emocional vuelve: además de escucharlo por los audÃfonos, lo puedo ver en pantalla: es posible distinguir una estructura en la canción, ver cuando viene un segmento calmo, el puente, el climax y su posterior final. Y la verdad es que de todas formas entiendo a mi amiga: cuando no se tiene una especial (o exagerada) sensibilidad, la bomba emocional no se entiende.
Y hablando de estructura: el podcast ha decantado también en su propia (y única) estructura. Cada edición comienza con una "patraña", que no es más que una frase de veracidad discutible que se incluye a modo de chiste, y luego la presentación que, a su vez parte con la frase "Patrañas..." tomada del doblaje latino de "How to Lose a Guy in 10 Days" y que el canal de YouTube "Te lo resumo" se encargó de popularizarla hasta el infinito. Y aunque "tomar prestados" en plan copy and paste elementos de otros "creadores de contenido" podrÃa sonar extremadamente falto de identidad, cabe de cajón, de la forma en que la actriz de doblaje pronuncia la palabra para enfatizar que nadie deberÃa tomar en serio la patraña. Magistral. Por cierto, no se llama "Patrañas..." por la frase de la pelÃcula, sino por uno de esos primeros podcasts que salÃan a través de la fenecida plataforma Podcaster.cl, llamado "Patrañas Urbanas" y en el que una simpática chica contaba en no más de 5 minutos una suerte de cuento inspirado en la vida citadina. Volviendo a lo que contaba, luego viene el primer tema musical, luego el tema de la semana y asÃ, alternando bloques de música y contenido (que ahora último pasaron de 3 a 4) hasta que llegamos al bloque musical antes de la despedida, donde van dos canciones seguidas, la primera siempre es movida y la segunda, traslapándose cuando ya se extingue el ritmo de la primera en fade-out, siempre es lenta o triste. Y esto es completamente a propósito: primero te levanto con la primera y luego te corto totalmente el rollo con la segunda. Es como lo que yo paso en mi dÃa a dÃa, y que quiero lograr que ojalá se transmita. Luego viene la despedida, después el tema de cierre, pero cuando termina el tema de cierre no se termina el programa. Siguen 15 segundos de silencio (contados) y finalmente el verdadero último tema musical a manera de "track oculto" y que casi siempre es la canción que más ganas tengo de incluir de todo el programa, pero que va aparte muchas veces simplemente porque no guarda ninguna relación con el resto del contenido, tras lo cual viene el silencio final, el que normalmente es de 5 segundos (también contados), y que se alargan a 10 en caso de tristeza. SÃ, ese nivel de conexión.
Hacer el podcast es para mà el mejor momento de la semana, pero a la vez es una montaña rusa de emociones y estados de ánimo, pero que sin embargo logro que no se note (salvo una vez que me tomé los 15 segundos del final para una dedicatoria, totalmente improvisada, tras lo cual me di cuenta que esas cosas se graban antes). Comprendo que haya gente que piense que es una suerte de autoflagelación psicológica. Pero todos somos distintos. Yo prefiero verlo como el costo que tengo que pagar por vivir, en el más amplio sentido de la palabra, por sentir y por disfrutar el que, ya dije, es el mejor momento de mi semana, lejos.
El presente
El formato actual del podcast tiene su enemigo número uno declarado: el copyright. Es una situación inescapable, en cuanto serÃa imposible hacer el programa en el formato y contenido que yo quiero sin contar con música distribuÃda de forma comercial. Y es en este punto donde aparece el elemento que, más adelante voy a detallar más en profundidad y, como dice el tÃtulo, es uno de los factores (si no "el" factor) por el que no se ve un buen futuro en las cifras: Mixcloud.
Allá afuera existe una infinidad de servicios de alojamiento de podcasts, unos mejores que otros, planes gratuitos con ene restricciones o planes pagados, me imagino que algunos con beneficios como ser parte de una gran red y una buena vitrina. Pero todos comparten un denominador común: el creador debe hacerse cargo de los derechos de autor de todo el contenido que publica. Y en materia de copyright, creo que no tengo que recordar que no hay ningún distingo entre un pequeño creador y un gran holding de medios. Todos pagan igual. Sin embargo, existe un servicio que, rigurosamente, no es un alojamiento de podcasts, pero que "puede servir" para algo que se le acerque a un podcast: Mixcloud. Este servicio fue concebido como un alojamiento de audio para que DJs pudieran publicar sus mixes, pero que, sin embargo, algunos usan como podcast. En Mixcloud se puede subir casi el material que sea, pero se debe cumplir con algunas restricciones de número máximo de tracks por artista y de taggear cada nombre de artista y canción incluÃdas. A cambio, la plataforma se encarga de negociar los derechos de autor, por lo cual pueden jactarse de tener una polÃtica de "no takedowns" con sus usuarios.
Otro elemento relevante a tener en cuenta en el presente del espacio, y que se ha potenciado respecto al año pasado, es el componente de opinión o, como prefiero llamarlo, "mis dos chauchas". En tiempos muy tempranos de mis dÃas haciendo podcasts, las temáticas casi siempre eran temas que trataban de ser tan atemporales como fuese posible, en un intento de ser, aparte de atemporales, universales. Sin embargo, era un enfoque muy poco "resultón", ya que al poco andar, en podcasts que hice antes de Malditas Patrañas, cuando ya habÃa alcanzado el programa número 50 o 60, y ante la necesidad de algún tema que tomar, terminaba hablando de cualquier cosa, hasta a veces sin guión, algo que, a menos que tengas algún grado de fama para permitÃrtelo y que se queden escuchando sólo por eso, por escuchar qué dice un famoso, rayando para la suma, no lo disfrutaba nadie. Por lo mismo, en mi vida plagada de extremos, terminé haciendo evolucionar todo hacia un contenido temporal y contingente. Y para hacer eso hay que tener (y agregar) una opinión, aunque sea mÃnima. Si no, qué sentido tiene sólo replicar lo que está publicado en todos lados. Hay profesionales que lo hacen mejor y estudiaron 5 años para ello. Pero esto contrasta con la orientación que le he querido dar a este blog y sus redes sociales y a toda la comunidad y a los contenidos de los que (en teorÃa) este podcast aún forma parte. En Canal Preto son bienvenidos todos. Todos. Aunque "todos" no te represente. Todos. Y es aquà donde defender un punto de vista, aunque sea una posición equilibrada, puede jugar en contra. A tal punto que de veras me pregunto si serÃa mejor comenzar a tratar el podcast como un "producto" independiente.
Finalmente, el punto que al final más se nota: la audiencia marginal y estancada de este espacio por años. Pero esto se entenderá mejor revisando el próximo capÃtulo: los factores por los cuales nunca triunfará (en las cifras).
Las cifras no subirán, y aquà te explico por qué
Antes de que me acusen de pesimismo y pedanterÃa recalcitrantes, vuelvo a afirmar: hacer el podcast es el mejor momento de mi semana. Más que estar echado sin hacer nada. Más que salir a ver gente. Más que viajar en carretera (pero sólo durante dos horas seguidas como máximo). Más que la música de ascensor. Más que todo, todo eso. Sin embargo, hay factores que mantendrán siempre a este espacio en la más endémica de las sombras. Y los vamos a ir revisando uno por uno.
El factor Mixcloud: ya hice una introducción sobre qué es Mixcloud y el por qué es actualmente la única opción viable para alojar los capÃtulos del podcast y que pueda estar disponible para ser escuchado. Y es esta "opción cautiva" la que determina gran parte del problema. Como ya mencioné, Mixcloud no es un servicio de podcast, y por tanto no posee feed RSS. ¿Que no sabes qué es un feed RSS? Pues es básicamente un archivo de metadata que tiene su propia URL, que se usa también en los blogs, y que se actualiza cada vez que subes un capÃtulo del programa. Esta es la forma que tienen los agregadores de podcasts (Spotify, Apple Podcasts, etc.) para recibir una petición de agregar nuestro podcast a sus directorios y luego, una vez que te agregaron, encontrar tu contenido y avisarles a quienes están "suscritos" a tu podcast a través de ellos de que publicaste algo nuevo. Con Mixcloud no existe nada de esto, ya que implementar RSS posibilitarÃa la descarga gratuita de capÃtulos, algo que la industria discográfica jamás permitirÃa, a lo que podemos añadir que no es una plataforma extensamente conocida. Peor aún si volvemos a recordar que no es de podcasts. Peor aún si tomamos en cuenta que, si no pagas, la plataforma no te recomienda y sólo te permite tener una calidad de sonido mediocre y en extremo comprimida (problema que no es salvable ni siquiera publicando los capÃtulos en formato FLAC, ya que recodifican el audio a MPEG4 de mÃseros 64 kbps). Y ni hablemos de que, para algo tan simple como retroceder en el capÃtulo, hay que pagar premium. El plan pagado cuesta 15 dólares mensuales (más caro que una membresÃa a un streaming) y la promoción se debe pagar aparte. ¿Vale la pena para un podcast de, a lo más, siendo muy optimista, 20 escuchas a la semana... y sin feed RSS? Naturalmente, también existen otros creadores que usan música con derechos de autor (no diré quiénes) y que, como si nada, publican a través de las plataformas de podcast convencionales y que incluso fueron aceptados por las plataformas agregadoras para estar en Spotify, por ejemplo (beneficiándose de la vitrina que les brinda). Pero está claro que lo hacen "a la mala". Y no me puedo dar ese lujo, considerando que trabajo para una compañÃa propiedad de gringos. Porque... gringos.
El "pánico escénico": para explicar este punto, lo haré con un ejemplo. Después de hacer videos para YouTube, vergonzosamente tratando de emular a "Hola Soy Germán" al menos en la onda (y me molestó mucho la comparación en su dÃa), al tiempo después decidà hacer algo muy parecido, pero en podcast. No habÃa problema, ya que no usaba nada con copyright. Envié mi feed RSS a Apple Podcasts y me aceptaron. Más que eso, a los dÃas después comencé a aparecer entre los recomendados de la plataforma. Comencé a fijarme en la cantidad de bajadas, nada muy impresionante. Pero luego me pregunté "¿y si de repente se disparan las bajadas?". Es un contenido tan tonto... ¿y si se hace famoso para mal? Tres dÃas duró el podcast arriba luego de eso. Tres. Luego, años después, recibà propuestas de un par de radios online para difundir el podcast que hice luego, una de ellas con apoyo artÃstico y libertad editorial. Pero no. Asà que podrÃamos decir que este factor, sÃ, anula el primero.
Y el factor más "personal" de todos, tan personal, que no tengo una palabra para mencionarlo: siempre está la duda de si le "caemos bien" al resto de la gente, o si tenemos eso que algunos llaman "ángel". Ahora bien, ya lo dijo Chávez, "no soy monedita de oro (para caerle bien a todos... o algo asÃ)". Sin embargo, el mundo está lleno de personas que simplemente no... caen... bien. Y en mi vida hubo varias veces de ser el último en enterarme de que... puedes irte a la cresta. Por algo en el siglo XXII, de donde viene Doraemon, ya inventaron esa pÃldora para que todos te quieran... Pero ya, en serio, cuando te vienen dudas respecto a cómo gente extraña, que no te conoce, te puede percibir, y estas dudas llegan a niveles sólo comparables al penal de HiguaÃn en la Copa América del 2015, es cuando todo se puede ir a la cresta. Hasta el producto al cual se le dio mayor dedicación, hasta el esfuerzo más elaborado de hacer algo bien, hasta los mayores cuidados para evitar las muletillas, pronunciar correctamente y hacer algo que divierta o al menos pueda sacar una sonrisa, no podrán impedir que, consciente o inconscientemente, termine autoboicoteándome. Para no enfrentar el rechazo.
Nunca esto va a alcanzar las grandes cifras o las "ligas mayores" como decÃa un comentario que recibà el año pasado. Es un espacio que terminó forjándose una vocación de aportar desde lo pequeño. Como yo en mi trabajo: jamás me verán como jefe. Una vocación tan arraigada, que hace que este espacio no necesite de competencia que lo hunda. Y que, ante el avistamiento de algún tipo de crecimiento a la distancia, optará por hacerse a sà mismo desaparecer.
Si hay algo que me interesa, curiosamente, es saber de dónde proviene el nombre de algunas cosas. Para empezar, y a propósito, entre las varias cosas que han aparecido buscando, está el motivo por el cuál este sucucho se llama como se llama. En la universidad, el año 2004, tuve un ramo que se llamaba Inteligencia Artificial. Un ramo que me lo eché dos veces. Una de las tareas era implementar en Prolog un “robot” que se moviera en un “mapa” y que se le pudieran dar órdenes de hacia dónde moverse y que además se le pudiera preguntar en cualquier momento su posición actual. El ejemplo de cómo deberÃa funcionar tenÃa como frase de bienvenida “Hola soy Pretoriano”. Algunas semanas más tarde, cuando se creó el blog, esa misma frase le puse como nombre. Y luego, con los años, llegó a tener el nombre actual. Y ese ramo no lo tomé nunca más.
Pasaron veinte mil cosas últimamente. La frecuencia con que escribÃa aquà se hizo cada vez más miserable, mientras toda la actividad se fue derecho a las redes sociales, sÃ, ésas que nos hackean la mente dÃa y noche. Con suerte usé el blog para avisar de las actualizaciones del podcast, si, el mismo que maté (¡ya, ya, está muerto!). Y digamos que lo que pensé y dije en su momento se cumplió en parte: cuando todos hacÃan blogs "diario de vida" empecé a cachar que de entre el montón (o sea, de entre todos nosotros) habÃa blogs que se volcaban a temáticas, como la polÃtica o la tecnologÃa, y que les iba bien y "se separaban del pelotón". Y los diarios de vida se quedaban... atrás. Aunque antes, por una pose fotogénica o escribir de algún tema atrevido te hicieras acreedor de una nota o una portada de LUN, igual después te quedabas atrás. Entonces estaba claro: hacerse temático o morir. Ahà fue cuando, de a poco, comencé a escribir de cosas antiguas. Después salté a las redes sociales (al comienzo me resistÃ) pero fue una partida en falso: abrà cuentas para Preto pero no sabÃa qué hacer con ellas. Hasta que, finalmente, opté por lo rápido y efectivo, compartir cosas en la lÃnea del blog, como fotos o videos con cosas del pasado. Y el blog, que descanse un rato.
Hay una cosa bakán, para mà al menos, que Canal Preto tiene y otros sucuchos no (y no, no me refiero a no hacerse el gil con las fuentes del material que publica): aquà tenemos blog con dominio propio. Eso habla del tiempo que este sucucho lleva (¡este año cumple 18 años!). Cuando Canal Preto nació en 2004 como "Hola, soy Pretoriano" (mucho antes que "Hola Soy Germán"), las redes sociales no existÃan, y las homepages en servicios como Geocities y similares ya estaban comenzando a quedar algo desfasadas. Si hasta el término "homepage" era pretencioso, o sea, como si la gente quisiera dejar guardada tu página para verla cada vez que abrÃa nuevamente el Explorer o el Netscape. Lo que en verdad estaba en su momento eran los blogs. Por eso, esto nació como blog. Y ustedes probablemente son muy jóvenes, pero cuando conocà el concepto de blog, todavÃa no les decÃan blog, sino "weblog", y mi primer "weblog" lo monté antes de Blogger, modificando un "guestbook" o "libro de visitas", que era un servicio gratuito que daban algunas webs o portales, que se pagaba con publicidad y que era complemento a las "homepages" y consistÃa en un tablero que lo linkeabas desde la homepage y donde quien te visitara podÃa dejar un comentario público. Si nadie tenÃa el acceso a mi libro de visitas modificado, nadie escribirÃa en mi arcaico weblog. Ingenuo.
Pero volvamos. Le daremos un uso a esta cosa: publicar cambios o cosas destacadas que hayan ocurrido en la semana (para empezar, no sé si será más o menos frecuente).
Nuevo logotipo
No es un misterio ni se lo oculto a nadie: he usado mil logos antes para este boliche. Ninguno me ha convencido nunca por completo (y el logo que nos acompañó hasta el 31 de diciembre pasado incluÃa una imagen que para usarla se debÃa pagar licencia, pero es tema aparte). Pese a ello, alguna gente me ha pedido que "les diseñe un logo". Sólo una vez acepté. El resto de las veces he respondido con un no rotundo. Primero, porque no soy un diseñador. Y segundo, porque respeto en demasÃa a quienes estudiaron Diseño por varios años para obtener su cartón de diseñador y terminar trabajando con clientes, muchas veces, verdaderos idiotas. Sin embargo, no ser diseñador de profesión no me frenó y el pasado 1 de enero a las cero horas, mientras todos se daban los abrazos, el nuevo logo vio la luz.
Encontré muchos consejos, aunque sólo seguà algunos (si me pongo estricto el proceso creativo hubiese tomado medio año). Me fui por la idea del "menos es más", para crear algo simple, pero único y memorable. Comencé por pensar en alejarme por completo del naranjo y pensar en colores oscuros, no sólo para el logo, sino que también para el resto de piezas a usar en redes sociales, pero habÃa un motivo por el cual no se podÃa: el template de Blogger me está dando error al querer guardar modificaciones, por lo que los colores del blog no se podÃan cambiar y hubiera quedado inconsistente. OK, el naranjo se queda (aunque sólo en el blog decidà usar un color amarillo más suave para no salirme de la paleta). Pero luego vino la forma. Un simple cÃrculo, pensé. Es simple, recordable y calza perfecto con la forma que tienen las redes sociales actualmente de mostrar todos los avatares circulares. El logo anterior era un cuadrado y habÃa que dejar espacio alrededor para que la forma redonda no se comiera las esquinas.
Pero, obviamente, no podÃa ser el cÃrculo pelado y nada más. Ahà pensé en que el mundo está lleno de logos que no dicen nada y que, siguiendo el consejo de gentecilla de por ahà que sabe más que uno, en el diseño y en un logo nada deberÃa ser "porque sÃ". Asà que habÃa que pensar en lo que pretendÃa comunicar. Pensé en una comunidad y en que la gente que visita mis redes comenta sobre los recuerdos que le traen tal o cual imágen. De ahà pensé en globos de texto, pero luego frené en seco: ¡es una idea explotada hasta más no poder! Luego de varios dÃas después de eso, pensé en que podrÃa hacer algo con la C y la P dentro del cÃrculo, aunque paralelamente también pensaba en una idea básica que está en todo: el todo es la suma de varias partes, cada una en su justo lugar u órden. Entonces pensé en rompecabezas. Y me di cuenta que el embone de una pieza de rompecabezas con otra tiene una forma de C. Y si espejamos o giramos en 180 grados esa C, considerando los trazos rectos, aparece la P. ¡Genial! Conseguà algo con la C y la P. Pero eso no fue nada. Grande fue mi sorpresa cuando traspasé la lÃnea del embone de las piezas del rompecabezas al cÃrculo para dividirlo en dos partes: la parte de la izquierda era una C perfecta. Y asà ya tenÃa la primera parte de la pega hecha.
Ahora quedaba el texto de la marca. En el pasado usé tipografÃas con demasiado detalle o, en otros casos, realmente malas, desprolijas, con detalles mal elaborados, aunque eso fue mejorando con el tiempo. Esta vez usé una tipografÃa simple y clásica, usé American Typewriter, que es una tipografÃa que viene instalada de fábrica en los Mac y que, hasta lo que sé, no tengo que pagarle a nadie por usarla (y además viene también en la app Phonto, que uso para incluir textos en las imágenes que comparto por las redes sociales). Y listo, tomé un gris desde la paleta de colores de la plantilla actual de este blog y se lo dà a la palabra Canal. Y para la palabra Preto usé el mismo naranjo del isotipo de la C. Luego, sólo quedaba escribir al lado y de corrido Canal Preto... pero todavÃa no me convencÃa. QuerÃa darle un pelÃn de vuelta de tuerca al texto. Qué tal en dos lÃneas, montando una palabra sobre otra, me dije. Pero las mayúsculas dan lÃo. En minúscula entonces... no, tampoco, muy moderno y esto no calza con lo que ofrezco. Estaba en eso, cuando me acuerdo de esto y ahà mismo... ¡tate!
En efecto, en la intro de la serie "Clarissa lo explica todo", los nombres de los actores eran mostrados en pantalla subiendo las minúsculas de la segunda lÃnea a la altura de las mayúsculas y montando la segunda lÃnea de forma que las minúsculas altas (como en este ejemplo la letra t) no se topen con las letras de arriba. Tomé la idea, pero no puse tan juntas las lÃneas. Y listo, misión cumplida.
Aunque falta contar de dónde salió el nuevo slogan (y por qué jubilamos el anterior), pero eso se los cuento la próxima semana...
Nah, mentira, se los cuento al tirito no más.
Nuevo slogan
El anterior slogan fue evolucionando con el tiempo, hasta que contenÃa todo lo que yo querÃa decir y encima era amigable: "Una comunidad del recuerdo con un poco de todo y para todos". Pero tenÃa dos problemas: el primero, era demasiado largo (no al punto de "La Corporación de Televisión de la Pontificia...", pero casi). Y el segundo problema surge de la moda actual del lenguaje "inclusivo" y su insistencia en usar "todos y todas" o al revés, "todas y todos", o alguna de las otras mutaciones que también existen, frente a la cual la simple palabra "todos", que aunque yo la entiendo perfectamente y significa "todos todos tooooooodos, el 100%, el universo completo", podrÃa fallar y no convocar (si es la RAE o la población que habla español la destinada a definir el futuro de nuestro idioma, es una discusión en la que no vale la pena entrar). Y si le agregaba "y todas", La. Iba. A. Volver. A. A-lar-gar.
En eso aparece este video, donde, muy brevemente, se menciona el origen del nombre de una de las empresas más relevantes en la producción de medicamentos en Chile, los Laboratorios Maver. "Maver" resultó ser un acrónimo, que se forma con la primera letra de cada palabra de la frase "Mi amor verdadero es Rosa". Entonces pensé en "Preto" y en que la simplificación de "Canal Pretoriano" a "Canal Preto" y el giro hacia lo retro habÃan dejado completamente falto de sentido y de conexión este último nombre, pero que igual se habÃa mantenido pese a todo y por años simplemente "porque sÃ". Entonces... ¿y si hago de "Preto" también un acrónimo o similar? Y tate, de ahà salió el "Para retroceder el tiempo". Puede que no sea la mejor frase del mundo mundial, pero calza. Mira tú.
Y por último, al Cesar, lo que es del Cesar
En un comienzo, pensé que serÃa un tanto invasivo, pero con el tiempo no lo hallé mala idea. Desde ahora, todo lo que Canal Preto comparta en las redes sociales, en la medida de lo posible y de lo conocido, mencionará la fuente del material no sólo en la reseña o descripción de texto, sino también en la misma imagen (por ahora en videos no), de forma discreta, además de un pequeño logo. Con esto espero que, con este paso adicional, quienes toman material para publicarlo en otro lugar sin dar crédito a la fuente, mientras estén recortando la referencia o el logo (que lo podrán hacer en la mayorÃa de los casos, o bien pueden visitar la fuente para buscar el original) sientan un pelÃn de cargo de conciencia.
Y con esto no prohibo que tomen material compartido por Canal Preto y lo pongan en otro lado. ¡Háganlo! Pero mencionen la fuente. ¡Ni siquiera mencionen Canal Preto si no es la fuente!
YouTube da la opción de hacer un video de entrada, o trailer, o reel, o llámenle como quieran, para sus canales. Éste fue el que yo hice para uno de los mÃos.
(*) Actualización (14/04/2017): cambio de logo.
El antecedente de este espacio fue un blog enteramente personal, más precisamente una "bitácora", como en España se acostumbraba llamar, denominación que aquà heredamos. Eso fue Webzetera, un espacio que quiso ser algo bonito y con alma, que me sirvio para conocer buena gente, algunos con accidentes entre medio siguen hasta hoy, pero que tuvo un final triste. Un bajón depresivo que se arrastró por un par de meses me llevó a cerrarlo, un 3 de diciembre del 2004, dÃa viernes. Recuerdo que muchos se despidieron ese dÃa. Pero ya el lunes siguiente comenzaba nuevamente, en limpio y con otro nombre. Otra vez, con una orientación puramente personal. No le dije a nadie al comienzo. Pasó sus años como espacio personal, para luego comenzar de a poco a meter otros temas. La música. La tele. Incluso llegó a ser un espacio para dejarle algunas lÃneas más o menos seguido a la mujer soñada que aún no llegaba -y que aún no llega-. Pero el golpe de timón definitivo fue hacia lo retro. Eso coincidió más o menos con el boom de Facebook. Fue casi justo a tiempo.
Entre medio me metà a hacer podcast. Los primeros experimentos fueron dentro del primer año. Jugaba a hacer lo que hacÃan otros y que sentÃa que podÃa resultar. Mucho antes que se pusieran de moda los "youtubers", a 5 años de empezar el blog, me comenzaba a preguntar si era hora de hacer videos para el blog. Empecé a documentar la vida casera, publiqué un video de mi mudanza, traté de hacer trabajos pseudoartÃsticos, o sea de esas cosas que uno tiene todas las ilusiones de que fuera algo artÃstico, pero que se quedaban ahÃ. Pasé a la misma orientación personal de los comienzos del blog, pero en video. Hice una serie de 7 capÃtulos de mis primeras vacaciones "muy lejos de casa" que aún me emociona por algunos momentos al verla. Hice un "no-ticiero" agarrándome de titulares estúpidos de los publidiarios. Hice una serie de corta vida de monólogos siguiendo más o menos el estilo de los youtubers gringos aunque, mejor dicho, una youtuber canadiense que en ese tiempo hacÃa videos asÃ, pero que actualmente hace videos de viajes -muy interesante, vale la pena verla-. Algunas fueron buenas experiencias, otras más o menos y otras definitivamente nefastas -ya estaré comentando eso dentro de este mes aniversario-. Hice una serie de lo cotidiano, tratando de darle un toque artÃstico, que no sé aún si lo logré y en qué medida. El triste sepia fue por años el color dominante, hasta que ventilé todo este lugar y le dà vivos colores rojos y naranjas. Mientras tanto, logré hacer una serie vivencial en la que cuento historias cortas, grabadas en los mismos lugares en que las vivà y que, creo, ha sido lo más bonito que he hecho.
Han pasado tantas cosas y ha pasado tanta agua bajo la cuerda floja llevando tantas cosas. Pero eso ya formará parte de este mes aniversario. Un mes que no podrÃa llamar "de celebración" -porque aún siento que es como dice una canción de Christina y Los Subterraneos, o sea, que "no hay nada que celebrar"-. Más bien, y siendo bien generosos, un mes de conmemoración.
Para la posteridad, será un mes de recuerdos. De esos que siento que hasta el ruido de una pluma ha logrado hacer deslucir y que ahora comienzan a aparecer con la dignidad de quien siempre trató de hacer lo que muchos allá afuera aún buscan: hacer lo que le gusta.
"No entiendo la idea de menospreciar o desmerecer lo que se hacia por la entretención de los niños de aquella época. Comentarios como "jaja.. mira! que siútico!" o "campeonato mundial, cuando con cue... lo conocÃan en chile" dejan de manifiesto tu poco conocimiento de la programación televisiva de la época. Al parecer tienes mucho tiempo libre para buscar videos antiguos y eso siempre se agradece pero de ahi a la burla gratuÃta no me parece, menos viniendo de alguien que no ha hecho nada además de tener un blog con los aportes de otros."
Lata, pero tengo que aclararlo. En ningún caso aquà se hace menosprecio de nada. Sólo tomo las cosas de manera liviana. Nada más. Ciertamente en nada tiene que ver que no sepa nada de la tele de esos tiempos. ¡Todo lo contrario! Llevo años con ése tipo de intereses y lejos de esa actitud de quedarme sin saber nada, me tira mucho saber más. Tengo varios programas de recuento de la historia de la TV chilena, grabados por mà mismo, más todo lo que he encontrado (y respaldado) de YouTube. No me las sé todas, pero me gusta revisar, ahora que YouTube nos permite viajar en el tiempo, a veces quedándome durante horas. Pero hay algo en lo que difiero de muchos que gustan de ver estas cosas, y es que además de tomar algunas cosas de forma liviana, soy de los que piensa que no todo lo pasado fue mejor. No tengo por qué tirarle flores a todo lo antiguo. Si asà fuera... ¿Cuál serÃa mi aporte? Hay gente pidiendo que vuelvan los estelares o los shows de entretención de hace 20 o 30 años. Eso es utópico. Y pongo el ejemplo de la lucha libre, que es por excelencia el video "review" que menos se entendió de todos: simplemente quise mirar el tema de forma liviana, cuando nos hacÃan felices cosas simples. Y como espectáculo eran más que de culto, geniales. De otra forma no hubiesen sido lo que fueron. Y más aún, fue de los vÃdeos que más me entretuve haciéndole "review".
Finalmente, y aunque esos vÃdeos, como otras cosas publicadas aquÃ, las he discontinuado porque simplemente no me han gustado, nada me va a impedir intentar hacer nuevas cosas, porque podrá ser discutible la calidad de lo que sale como producto finalmente, pero hay algo para lo que no acepto discusión: estar haciendo lo que me gusta.
Y sobre lo de ocupar "aportes ajenos", sin comentarios. ¿O acaso quieren que "invente" un comercial ochentero para comentarlo?
Paz a todos.