
El primero, yema rota. El segundo, normal. El tercero, trizado. El cuarto, trizado, yema rota. El quinto, normal. El último, trizado, yema rota, pegada a la cáscara y mal olor. Yo no me hago responsable por esos huevos, hazlos tú, a mà se me quitaron todas las ganas, le dije a mi viejo. Lo único que recuerdo es que él cerro la puerta de este dormitorio con fuerza y si hubiese sido menor de edad, sin duda me hubiese dejado sin internet hasta mañana. Traté de pasar el mal rato regando el jardÃn. Ya era la hora y me servirÃa para despejarme. Aún triste. Pensando en que el negocio de barrio no lo está matando ni el Lider ni el Jumbo. Se está matando solito, vendiendo caro y malo.
Mañana estaré en el Blogpower 2007. Asà que ahà se ven...