El review de 5 #04: Una explicación del fin del Festival de la Una que no huele a humo
- Por Canal Preto
- julio 25, 2024
A Enrique Maluenda claramente "lo fueron". El punto es el por qué.
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Con un aviso cortito, Nestlé lanzaba su promo de Garfield, que igual no tenÃa muy grandes pretensiones, ni habÃa que explicar de qué se trataba (¡era Garfield!), pero tenÃa un canjeable que todavÃa se recuerda: los Garfield de goma con ventosa que se pegaban a lo que fuera. Muchos lo pegaron en el refri. Y hasta el dÃa de hoy no es tan raro que los vendan usados por ahÃ. HabÃa otro premio más grande que era un peluche Garfield gigante, pero no se explica en el réclame cómo se ganaba. No tengo la seguridad, pero esos peluches posiblemente se sortearon entre los que enviaron el cupón que venÃa con el canjeable.
Que hubiera una promo que regalara cosas como peluches gigantes, que no se veÃan comúnmente, ni siquiera ahora, era magia. Nada menos. Magia. No le quiten mérito, porfa.
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El “Efe” en una de sus tantas peripecias por la vida a punta de zapatos Pluma, los que le podÃan hacer pasar airoso cualquier situación, incluyendo, eventualmente, lucirse en la pista de baile con el “paso Pluma”. ¡No seai chancleta, loquillo! ¡Ponte Pluma!
¿ServirÃan para el “otro”, ése que lleva una e? Ése no da ni pa baile...
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Ese periodo de cambio de década ochenta-noventa tuvo su no sé qué. Juventud y flúor rabioso pa’ tirar a la chuña. Y aquà es donde la Pepsi se lanza su promoción de los relojes Pepsi Time. Diseños que trataban de emular sin asco a los relojes Swatch y que podÃan ser todos tuyos por sólo tres tapas de Pepsi o 7Up más $500 ($2.200 en plata de hoy) en cualquier centro de canje o estación de servicio Shell.
¿Sabe dónde hay una Shell por acá? Como cinco cuadras ma’ abajo...
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La Coca-Cola lanzaba un álbum de la serie animada de moda (en buen chileno, el último “mono de la tele”), Thundercats. Un álbum, y sus sobres de láminas, que se canjeaban sólo con tapas marcadas. No recuerdo si todas las tapas salÃan marcadas. Si nunca lo menciona, probablemente no. Y con álbum completo, se podÃan ganar bicicletas, Ataris y figuras Thundercats (pero nunca nos dijiste que era por sorteo po, Coca-Cola pesá).
Entonces, la instrucción era clara: ¡a tomar Coca-Cola como si la regalaran!
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Una idea loca de hacer un programa en base a desecho se encuentra con la necesidad de un canal de rellenar. Lo distinto de esta vez... fue que gustó. TV Condoro, el programa de chascarros y videos caseros de culto pero del que nadie esperaba nada, hoy en Directo en el Carnet.
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Ya no hacen las cosas como antes. Y me agarro de este réclame de salsa de tomate que, aunque podrÃa salir algo genérico, va directo al punto. Eran tiempos en que todas las salsas de tomate se pasaban al Tetra Pak o al sachet, y en que otros como Malloa insistÃan en la lata, la que ya habÃa terminado siendo una forma de diferenciarse y de dar la señal de algo un poco más premium.
Si hiciéramos esta misma prueba ahora, de verter la salsa sobre un colador, los resultados serÃan bastante tristes. Y es que ninguna salsa de las masivas de hoy en dÃa pasarÃa la prueba. Ninguna.
No, campeón. Ninguna.
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Un réclame de colonia Coral. Coral JazmÃn, si me permite la precisión. Y como tal, tiene todos los ingredientes que uno espera en un réclame de Coral, y más: una mina joven, con una pega entrete, dishosa, radiante, enamorada, feliz, que los hombres se dan vuelta para mirarla… y, obvio, echándose la colonia Coral por todos lados como si fuera agua. Contemos además ingredientes que hacen de esto una cápsula del tiempo: una bicicleta con timbre, cartas, teléfonos fijos de disco, cassettes… Esto deja todas las ganas de desear que vuelvan las cosas simples.
Porque el futuro llegó. Y fue súper charcha.
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Miren lo que se me desbloqueó ahora. La revista Qué Pasa, que en la era ochentosa “regaló” mucho diccionario y mucha enciclopedia y hasta música y contenido educacional en cassette, lanzó estos diccionarios enciclopédicos Nobel, que no sé si tienen algo que ver con el Premio Nobel (por el logo, que usa la misma silueta), pero me hace sospechar que no… porque el que una editora sueca edite un “diccionario histórico y costumbrista de Chile”, asà tan rebuscado y tan… no se me hace muy creÃble, la verdá. O bien, que hayan pagado por la marca para usarla con diccionarios elaborados en casa u obtenidos quién sabe de dónde. En fin, se agradece que los hayan vendido como diccionarios y no derechamente como enciclopedias. La honestidad, siempre. Aunque eso no quita que, en un paÃs y en un mundo sin internet, por la tele nos vendieran algo como “la más completa y actualizada colección de diccionarios del mundo” y nosotros tuviéramos que creer no más. Lo dicen en la tele. Tiene que ser verdad… ¿o no?
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En la tele chilena ha habido errores realmente memorables. Pero éste, no. Al contrario, pasó sumamente piola.
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Chao a las escobas y escobillones fomes. Virutex agarró lo que tenÃa, vio qué podÃa hacer y, al final, le puso cualquier color. Literal. La nueva moda en aseo del hogar, Clap, debutaba como tantas otras cosas en este paÃs, entre los réclames de un Festival de Viña, y con modelos de pasarela. Tres modelos, “Marcia”, “Denisse” y “Juanita” (porque sÃ, en un comercial de útiles de aseo del hogar, obvio, habÃa que meter a una Juanita) aplicaron todo su profesionalismo, junto a un maestro de ceremonia doblado por Jorge Aedo, en un spot con el noventismo a tope, y que envejeció… como la leche.
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Asà que Costa trató de versionar el Golpe de Dos en Uno, ¿ah? Mish. Y le llamaron Nocaut, y lo presentaron usando un tÃtere que salÃa del estómago. Y sÃ, cuando la guata suena, en un caso extremo, como que el estómago “habla”. Todo esto antes del Casi en Serio y sus modelos que hablaban por el ombligo. ¿La inspiración del Leo Caprile? Es que es musha la coincidencia...
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En el pasado capÃtulo la nombramos tangencialmente y, aparte, hace 15 años se fue alguien que marcó la historia de la música pop. Y mientras otros recuerdan sus videos, yo me acuerdo del último dÃa de esta radio bajo su esquema original... y lo que pasó después, incluyendo el dÃa en que... ¿quisieron recular?
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¿El Show de Don Graf? Yiaaaaa... No recuerdo haber visto esto en la tele. O tal vez esa época era de full exámenes finales y yo repasando un semestre entero de Cálculo o FÃsica Moderna que nunca entendÃ, pero en fin. Era noviembre de ese año y, en vez de mostrar a Escraf llegando de la escuela y siendo tentado por un amigo de lo ajeno o uno de ésos especÃmenes que te regalan la primera, la Fundación Paz Ciudadana le daba toda la pantalla al mismÃsimo Don Graf para que promoviera su gran show de cierre del Mes de la Paz Ciudadana en el Parque O’Higgins. Ahora que lo pienso, una vez Nicolini dijo que trabajó en unos shows con Don Graf.
Pero, en fin, como sea, ¿alguien de aquà fue a alguno de esos shows?
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En los ochentas, casi no veÃamos consolas de videojuegos. Pa’ jugar, el “flipper” de la esquina. Pero estaba el boom de la computación y, aunque no tuviéramos un computador, todos sabÃamos que existÃan. Y en Chile, como en otros paÃses, estaba la competencia del Atari versus Commodore (con otras máquinas que no prendieron mucho, como el Sinclair).
Aquà prendió mucho más el Atari, gracias a que, entendiendo que era una máquina que habÃa que aprender a usar, la compañÃa que importaba los aparatos, Coelsa, le agregó cosas extra como acceso a programas en español y algo que parecÃa novedoso, el Atari Club de Chile, que era una comunidad de usuarios. Aunque esos “programas en español” en verdad eran creados y distribuidos por compañÃas chilenas como Turbosoft y Prismasoft, que en sus inicios se armaron casi a puro pulso.
Se dio una simbiosis: estas compañÃas vieron en la plataforma una oportunidad de negocio creando software y, por otro lado, a Coelsa le servÃa para vender más Ataris. En Chile, además, se las ingeniaron para crear un sistema que acelerara la carga de los programas y juegos desde el cassette. ExistÃan disketteras para Atari, pero casi nadie las tenÃa porque eran carÃsimas y por eso se usaba casi puro cassette.
El computador se vendÃa como una maquina educativa más que como un videojuego. Pero todo esto duró hasta que, bueh, llegaron el Nintendo y el Sega y, nada, que hicieron lo suyo.
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