¿Un amigo? ¿Y Carlos?
Cuánto se puede notar aquí. Que el pinche era «el amigo», que al tiro la familia quedaba mirando raro y saltaba la alerta si aparecía más de uno, que la hija iba a ser tan soa dueña de casa como la mamá... y que todavía el lavalozas era visto como un producto caro y hasta medio prohibitivo. Mostrar un «madre e hija» era como enfrentar la antigua generación con sus privaciones, versus la nueva generación y sus facilidades.
Al final, era un réclame de Quix. Y, en un réclame de Quix, lavar loza nunca se vio como un cacho. Era facilito. Y más coqueteando con el locutor o, en este caso, convirtiendo al producto en un «amigo».
El toque afectivo arregla cualquier mal rato.
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«Le gana a la sed más dura». Esto un día me lo pasaron, lo puse rápido en el Threads, pero nunca salió como reel.
En 1985, CCU lanzó Dorada, y uno de sus primeros réclames mostraba a un ¿atleta? que, después de quince kilómetros de correr sin parar, decía que lo único que quitaba la sed era una de esas Dorada. Y, si bien no sé cómo envejeció esto (o sea, una pilsen «pa' la sed»), era el marketing de la época.
Dicen que el ¿atleta? era nada menos que Fernando Solabarrieta, pero me cuesta creerlo. O sea, esto es del '85... y Fernando nació en 1970...
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Un réclame como muy hecho en Sábados Gigantes. Los Eguiguren estaban en su momento. Y el vuelito de fama sabatina alcanzó para este réclame de los muebles CIC.
No me acuerdo si en ese tiempo había mucho mueble de marca falsa dando vuelta, pero los de CIC ya se aseguraban con el famoso sello. Un sello que ahora lo veríamos como súper obvio. O sea, cómo no van a venir con la etiqueta de la marca, al menos.
Y antes que lo digan, yep, este réclame tampoco se podría hacer hoy. Señora Pía, relájese, tómese una agüita...
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Acabo de tener un coma ochentoso. Así tal cual. Una cápsula del tiempo con neones, un jingle con mucho aire a «Total Eclipse of the Heart», un tema de Bonnie Tyler lanzado tres años antes, en el réclame de un antiguo helado de Savory que no merece estar tan enterrado: el Piano Piano.
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Hace un tiempo revisamos el réclame que el dúo de Esteban y «la Elvira», personajes de Fernando Larraín y Felipe Izquierdo, hicieron para un lavalozas. Y ahora tenemos el otro, del mismo año, de un concurso de la harina Selecta en donde al final la Elvira se le «independiza» en términos automotrices a Esteban, manejando su propio auto. Es que Esteban era tan vacuna que medio que lo encontramos hasta satisfactorio.
Aprovechando el vuelito, como le llaman. Fue hace casi 30 años y todavía nos acordamos de esto.
Advertencia para los graves: es fruto de su época. No se desubiquen, porfa.
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* Sonando Spin Doctors - Two Princes * «Deje su mensaje en el buzón de voz».
En vista que Telefonica ayer anunció formalmente que en serio se nos va, tiremos el réclame con el que se introdujo la marca en nuestro país. Con un relato que pretendía dar a entender (o terminó funcionando así) de que era la CTC la que «salía al mundo»… cuando en verdad era todo lo contrario. Pero el relato, con la participación de Iván Zamorano, quedó bonito. Hay que reconocer eso. Es que era el chileno que había triunfado en España. Los españoles, a la hora de escoger un rostro para la campaña, no se la debieron de haber pensado dos veces. Y, al final, decidieron cambiar la marca bastante tarde. Tenían participación mayoritaria ya en 1990, pero esperaron toda la década para retirar a «CTC».
Fue una década tremenda para ellos. Literalmente «introdujeron el teléfono fijo en las poblaciones» (jaja) y luego el celular con «Faúndez, ingeniería electrónica e instalaciones varias, buenas tardes».
Pero nada, los españoles se van y ahí Entel se quiere quedar con todo lo fijo, mientras Claro-VTR se quiere quedar con los servicios móviles. Entre los dos van a hacer una vaquita para comprarle todo, si Telefonica se tienta a venderle a ellos.
Y hablando de empresas que se van… ¿VOH, ENEL, CUÁNDO TE VAI?
Gracias.
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«No lleves del tambor, que ahora está La Reina…»
Esto es muy surreal, muy caricaturesco… pero es lo que se les ocurrió para darle un toque de modernidad (y subirle un poco el pelo) al clásico aceite de tambor… y terminar de eliminar el tambor. Porque no era ninguna maravilla… ni literal, porque tampoco era aceite de maravilla siquiera. Era el mismo aceite, ahora embotellado. Y el encargado de promocionar tan magna obra era un señor muy terneado y compuestito que, ante la primera nota tropicalona, se transforma, se pone a timbalear y saca todo su Pachuco, su Tommy Rey o… no sé, la verdá.
Más que en la tele, donde sonó harto fue en radio. En una época en que en la mañana, varias radios, y aún en AM, tenían cada una al locutor regalón de la dueña de casa.
No sé quien haya sido, pero probablemente quedó calzado pa’ las tallas pa’l resto del año.
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Hay algo que perdimos hace mucho, cuando dejamos de tener el poder del asombro. Antes, la compra de un aparato, de lo que fuera, hasta una plancha en algunos casos, era todo un acontecimiento familiar. Y la antigua IRT le sacó el jugo a eso.
«Con IRT valió la pena» fue una campaña que duró varios años durante ese cambio de década 80-90 y que retrataba episodios familiares luego de la llegada a casa de, ponte tú, una tele a color, un minicomponente, un horno microondas, etecé. Pero este réclame lo estaba echando de menos, el del VHS… o perdón, el del «video», como les decíamos antes. Dejarles la pura caja y entrar con el aparato por otro lado… era el sencillo pero potente deseo de hacer especial el momento.
Y esos «cincuenta años» de IRT, contando también la época de RCA Victor… pillín pillín.
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Un, dos, tres… ¡Forzzaaaaaaa!
Nuevamente nos vemos en otro episodio de «un mundo sin Internet» a propósito de este antiguo helado de Chamonix, que alguien lo mencionó alguna vez y que ahora lo tenemos: el Forzza.
Cuando revisamos el duelo Calypso vs Calippo, ya habíamos visto como en Chamonix se intentaron colgar, embolinando la perdiz, del lanzamiento del helado de Bresler. Pero resulta que en Chamonix siempre supieron de Calippo, ese helado de las Europas… y, en la era pre-Nestlé, lanzaron un helado sospechosamente parecido, pero con otro nombre.
Recordaba esto muy vagamente, como todo helado que no fuera Savory, excepto el Crazy…
En este boliche amamos desbloquear. Pero así, con ganas.
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En la segunda mitad de los ochentas, los yo-yos fueron toda una moda. Y así como en otros países llegaron como promos de otras bebidas, a nosotros nos tocó como la promo de Bilz, Pap y Kem Piña. Cuatro tapas más $70 (casi $700 en plata de hoy) y un yo-yo «profesional» ya era tuyo. ¿Querías subirle el pelo a algo? Fácil, ponle «profesional» y ya. Grito y plata.
A la promo le fue tan bien que, meses después, la relanzaron con unos yo-yo «master» (con más plata en el canje) y unos yo-yo «premium», que eran lo top de lo top y se canjeaban con la pura tapa marcada «premium». Nunca conocí a nadie que se haya ganado el yo-yo premium. O sea, nadie, nunca.
Pero ésta es una versión rara. Es que no la recuerdo. Me salta más otra que es como un edit de esto y que dura unos segundos menos.
Y convengamos, nadie grita «¡Gánale, gánale, gánale!»
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Desmarcándose de las golosinas de cabro chico, pero a lo Calaf.
Otro de los réclames que no entendía cuando era chico. El Manilate, un chocolate que hoy está olvidadísimo y que, cuando hubo que lanzarlo, fueron a buscar inspiración al cine de los 50s. Porque sí, llamémosle «comezón» y todos van a entender de qué se trataba.
Me pregunto si esto logró salir en el Canal 13…
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