FotografÃa: ed ~ thefotokid @ Flickr
Esta es una analogÃa que literalmente no tiene un pelo de tonta y que surgió a partir de la conexión entre las pocas neuronas que me quedan vivas a esta hora, las que milagrosamente hicieron conexión gracias al vaiven y los frenazos del señor operador de la 670.
Erase una vez un señor que comenzaba a notar, gracias a lo que le decÃan sus amigos, que se estaba empezando a quedar pelado. Este señor no se resignaba a dar crédito a lo que escuchaba y se mantenÃa firme en su percepción de que no sufrÃa de ningún problema a su cabello. Con el paso del tiempo, naturalmente, este problema finalmente comenzó a hacerse cada dÃa más notorio e inquietar a nuestro amigo quien, de a poco, tomó más y más en serio el asunto y comenzó a pedir consejo a sus cercanos. Éstos, de su edad, muy sinceramente, le comenzaron a hablar de sus experiencias con la calvicie y de cómo estaban dandole batalla. Uno de ellos, quien se aprestaba para un largo viaje al dÃa siguiente, antes de partir, le recomendó un buen tónico que habÃa hecho maravillas en él y, con el mayor de los buenos deseos, le aconsejó que lo tomara.
Al otro dÃa, nuestro amigo recordó el consejo de su yunta y se dirigió raudamente a la farmacia más cercana a conseguir el mentado tónico. Una vez en el lugar, consultó al boticario si entre alguno de los estantes conteniendo remedios para las más inimaginables enfermedades del hombre se encontraba tal tónico. La respuesta de éste no se hizo esperar. De inmediato le respondió que el tónico que habÃa pedido era excelente para la calvicie y uno de los productos más vendidos de su farmacia pero que, sin embargo, su precio no era muy asequible. "Pago lo que sea", respondió nuestro amigo calvo. AsÃ, salió con una gran sonrisa en su acostumbradamente triste rostro y, por cierto, llevando en uno de los bolsillos de su abrigo el frasco de tónico que hace un par de minutos habÃa comprado.
Nuestro amigo llegó a su casa y, de inmediato, sacó de su bolsillo el frasco de tónico. No podÃa creer que luego de todo este tiempo de una vida sin gracia, al fin podrÃa dar solución a su gran problema. Luego, buscó en la etiqueta las instrucciones para usar el tónico, pero como su visión distorsionada no era de las mejores, fue incapaz de leer la minúscula letra en busca de la forma de usarlo. Luego se alivió al recordar que habÃa logrado anotar algo de lo que le habÃa mencionado su amigo. Pero, por más que buscó y busco en los bolsillos de su abrigo, en su maletÃn y en su sillón favorito, el maldito papel no aparecÃa. Maldita mala suerte. Y ni pensar en ver a su viejo amigo quien seguramente ya estaba bien lejos, disfrutando su nueva vida. Después de un par de horas, recordó que posiblemente lo habÃa olvidado en la farmacia, o en la parada del bus... ¡quién sabe dónde! Pero ya era tarde y nuestro amigo, dándose por vencido, fue a su cama a descansar y a tratar de recordar alguna vaga instrucción que le sirviera para usar el tónico.
Al dÃa siguiente, despertó inusualmente alegre, hasta que recordó el infortunado suceso del dÃa anterior. Preso de su temperamento, decidió que ya no podÃa seguir dependiendo de la gente a su alrededor para hacer tal o cual cosa, y como un viejo testarudo, comenzó a consumir diariamente y a su antojo del contenido del frasco de tónico. Comenzaron a pasar los dÃas, semanas, meses...
A los tres meses, logró consumir la totalidad del frasco de tónico. Pero no fue hasta el mes siguiente que este pobre calvo por fin se decidió a comprar el segundo frasco, ya que no aguantaba más que los amigos cercanos que le iban quedando le repitieran el mismo cuento de siempre: te estai quedando pelao.
Y esa misma impotencia del señor calvo de mi cuento es la que siento ahora.

FotografÃa: svenja311 @ Flickr
El viernes pasado, a propósito de un dÃa entero de cuidar examen de tÃtulo, vino a mi mente una vez más un tema que pareciera no haber superado aún. Amigos por siempre. El antojo de una funcionaria me asignó a una sala de examen de titulación en lugar de una de examen de grado. Ello implicó ver nuevamente a personas que hace rato desaparecieron de mi vida. Ya saben, egresados. Me encontré gratas sorpresas, compañeros que acababa de tener en los cursos del semestre pasado, y viejos amigos. Y amigas. Vi a la Gabi de nuevo. Nos saludamos a la rápida. La abracé. Ella sólo me iba a saludar como acostumbraba, pero entendió rápidamente lo que estaba sucediendo y cedió a mi abrazo. Me respondÃa rápidamente que habÃa egresado hace un año. Y eso fue todo. Entre tanta gente que salÃa de la sala y la tontera de entregar la lata de Coca Cola en ese momento y no después. Según la funcionaria que me tocó en la misma sala, lo hacÃan asà para que no la pidan en la segunda parte y suenen los "tssss..." durante la prueba. Craso error, porque muchos guardaron su lata de bebida para abrirla precisamente ese momento. Y asÃ, sin muchos hechos extraordinarios, transcurrió el examen hasta pasadas las 4, la entrega de la fotocopia informando de la feria empresarial (cuyas charlas parten mañana) y una que otra mina que yo creÃa que me odiaba y en realidad no pasaba tal cosa. Recoger todo, poner el número asignado a las hojas de respuesta de algunos chicos que (por el nerviosismo, talvez) lo olvidaron, y dejar constancia de una calculadora desaparecida (no, si la delincuencia está en todas partes... aunque el que se la llevó se habrÃa pasado de re-huevón porque los asientos y las pruebas estaban numerados y cada número tenÃa su nombre). En fin, el trabajo de ese dÃa fue harto, comenzó a las 9 de la mañana en punto y terminó poco antes de las 6 de la tarde. La recompensa: un grupo buenÃsimo y un almuerzo como los que rara vez tengo en mi casa. Pero, pese a lo extenso del párrafo, no iba a hablar de eso.
El ver gente que alguna vez se relacionó conmigo en forma cotidiana y que hoy brilla por su ausencia me hizo ver qué tanto dura lo de los "amigos por siempre". Amigos por siempre es una pelotudez. Perdón por parecer amargado, pero es asÃ. Aunque uno no lo quiera. De seguro un buen dÃa dejan de revisar su mail de la universidad o se hacen otro y como ya no me ven seguido no se acuerdan y no me lo hacen saber. De seguro un dÃa se aburren del teléfono celular o les falla y lo cambian. O se cambian de casa. O se van a otro paÃs. O un dÃa los llamo sin saber cómo transcurren sus vidas, digo una palabra que no es entendida y cometo flor de ranazo mandando todo a la cresta.
En alguna parte escuché que "el tiempo lo destruye todo". Y la cagó que es cierto. El tiempo hace que las cosas que compartÃan dos personas se pierdan cuando éstas se separan, y que a partir de ese momento ambas personas vivan y se desarrollen sin influencias mutuas, pudiendo llegar a hacerse radicalmente distintas y que todo lo que tenÃan en común desaparezca por completo. Es en este punto en donde me detengo y pienso si hacer amistades para luego perderlas por uno u otro motivo al final sirve de algo. Uno no deberÃa (más concretamente, no debe) tomar a las amistades en términos de "me sirve o no", porque eso no es amistad. Pero en este caso, al hacer las sumas totales hay algo que hace que las experiencias pasadas no reconforten. Esto toma dos caminos. El primero es el que toman los amigos que en realidad no fueron tan amigos y que una vez que desaparecen no se les echa de menos porque en verdad no eran imprescindibles (es duro decirlo pero es asÃ) y en estos casos poco o nada importa. El otro camino es el de las amistades estrechas y cercanas, con las cuales se comparte algo más que la vida y los pensamientos de cada dÃa, y que pueden llegar a ser vistas como hermanos o algo más fuerte aún. De esos que se prometieron, justamente, ser amigos por siempre y que, por cualquier motivo, y porque una cosa lleva a la otra, dejan de serlo. El dolor que se siente al recordar que alguna vez esa persona lo fue todo y hoy es una cosa lejana queda ahà y, valga la redundancia, duele.
Y entonces surge el dilema: ¿con qué actitud personal enfrentar el conocer nuevas personas? ¿la actitud defensiva, para no involucrarse con la otra persona y que por lo tanto, si se va, que no duela tanto? ¿o involucrarse en la relación y disfrutarla a concho, sin pensar en el futuro?
Y la verdad es que no tengo una respuesta. Si la tuviera...

VeÃa tele con mi viejo. Comentábamos sobre la famosa hora de las noticias. El único canal que no se va pa ningún lado es el 11, decÃa él. ¿Pero no encontrai que es demasiado cargado a la delincuencia y los asaltos y los cogoteos? Me respondÃa que pensaba que esa asà porque se enfocaba en ser más realista que los otros canales: "uno ve cosas que suceden, que no son inventadas, no son tan interpretaciones ni opiniones..." Haciendo zapping se topó con la teleserie del 4 y lanzó su comentario: "por qué dan telenovelas a esta hora (...) DeberÃa haber una hora exclusiva para las teleseries, ponte tú, de 2 a 4 de la tarde todos los canales dando teleseries..." Ahà recordé lo que siempre hago cuando llego temprano de clases, a la hora que todos los canales dan telenovelas y mi acción automática de sintonizar el canal 2 para ver el ChapulÃn Colorado que es lo único que hay a esa hora que no sea teleserie ni esas chulerÃas de Laura o Sala de Parejas. "¡Todo lo contrario!", dije. "¿Y si no quiero ver teleseries, qué veo?" Tiene que haber más variedad, está claro, o por lo menos para mÃ. Encuentro tonto que de 9 a 10 de la noche haya casi puros noticieros. Han intentado acortar algunos dÃas el noticiero a media hora, pero no ha resultado. ¿Por qué? Pues porque la gente tiene la percepción de que no queda tan bien (des)informada con un noticiero más corto. Recuerdo que en 1991, las promos de introducción de La Red decÃan algo como "usted notará la diferencia entre las noticias y los noticieros..." Al menos hace 15 años ya habÃa locos intentando hacer algo. Pero de resultados... aún no me consta que a alguien le haya ido bien con esta idea, a excepción del Canal 13 que en fines de semana de superclásico igual salva con su programa de goles a las 21:30.
A fin de cuentas, si hay algo peor que la factibilidad cierta de saturar un noticiero de una hora de duración casi sólo con crónica roja, es que algún canal se atreva y lo haga. Asà que gracias, Chilevisión (esta fue con ironÃa, por si no se notó...)

FotografÃa: Ryan Greenberg @ Flickr
Este post va dedicado. SÃ, tal como lo lee: dedicado.
Iba todo bien. Medio en broma, medio en serio, surgió la idea de invitar a la dama de turno al cine. Si es a la manera tradicional, no tengo ningún problema... dijo ella. Eso implica:
1.- Pagar las entradas. No hay problema: mañana tengo que cuidar examen de tÃtulo y de ahà saldrán las luquitas de sobra para una velada cinéfila como corresponde, o sea, memorable, en un lugar digno y con sucesos extras.
2.- Otros asuntos anexos, como el transporte, cabritas, bebidas, etc, etc, etc... Para desgracia mÃa, estos asuntos quedan en segundo plano ante el potente, gravitante y determinante dilema a la hora de invitar a alguien al cine, el cual consiste en...
3.- El que invita elige la pelÃcula. No. Pánico. Horror. ¡¡¡Aggghhhhh!!! La montaña a mis pies se torna particularemnte dificil de escalar por razones personales que detallo a continuación:
Es la primera vez que invito a alguien al cine. Sin hueveo, no he invitado al cine ni a mi hermana -obviando lo fome que serÃa, claro-.
No soy habitué de ir al cine. Las veces que he ido a sentarme ante la pantalla technicolor se cuentan con los dedos de una mano. Y, peor que eso, ha sido para ver peliculas familiares y/o mamonas. Desastre. Y, el factor más determinante de todos,
No sé qué peliculas le gustan. He escuchado historias de terror acerca de pelÃculas mal elegidas que han terminado prácticamente con el paquete de cabritas o el vaso de bebida tirado por la cabeza y/o por el lugar en donde suele ubicarse el otro paquete, por lo que no me arriesgarÃa a ser ridiculizado públicamente o que se rÃan en la micro porque crean que no me aguanté. No, gracias.
Asà está la cosa. Es la primera invitación al cine, pero debe ocurrir. Es un momento trascendental en la vida de cualquier joven. Pero, más importante que eso, debe ser ejecutado con gran maestrÃa ya que será recordado para toda la vida...
¿O debo dejarme de pelotudeces y dejar de dar tanta importancia a asuntos que son cotidianos para todo el mundo normal?
El Spot del Recuerdo Internacional: Safari Youtube
- Por William Hernández
- julio 27, 2006
Un aviso comercial de cosméticos de la Unión Soviética de los 70. ¡Capitalismo!
El aviso comercial de Sergio Lagos y Carolina Varleta promocionando Viajes Falabella les quedó tan bueno que lo pasaron tal cual en Perú... en realidad no tan igual. Los brillantes cerebros detrás de Saga Falabella lo doblaron al idioma peruano. ¿Esa voz, Sergio, qué te paso?
Este sà que es joyita: un aviso de Pepsi de los 80 destacando a Michael Jackson y usando una versión adaptada de Billie Jean. Me acuerdo que este comercial se dio aquà en Chile en versión abreviada cuando se reintrodujo la Pepsi en el año '87 o '88, con el lema "Pepsi, el sabor de la nueva generación" y la innovadora botella de litro y cuarto. SÃ, ya sé que mi carné ta botado allá abajo, ya los escuché! :D
Otro de Pepsi, pero de los años '60 y, para rematar el frikerÃo, francés.
Adivine. SÃ, otro de Pepsi, del mismo año '65, pero gringo. Tontos grandotes subiéndose a los elefantitos... sin comentarios. ¡Diversión Disney sesentera alucinante! Igual me gustó la música...
"El dÃa se va / la noche llegó / y ahora los niños a descansar / hay que dormir / hay que soñar / y un angelito contigo estará / en tus sueños tendrás / un mundo para imaginar / con mil aventuras / con muchos amigos / vamos a soñar / hay que rezar / dar gracias a Dios / mañana tendremos un dÃa mejor / hay que dormir / hay que soñar / y un angelito contigo estará... / son los deseos de Universidad Católica de Chile Televisión... Buenas noches..." :D
Presentación de Sábados Gigantes... de 1987. No comments.
¡Llévenme de regreso al futuro, porfa!

Ayer vi a la Clau.
¿Por qué ese largo abrazo tiene que ser tan corto?
Último semestre.
Falta poco.
¿Por qué tendrÃa que madurar en un semestre lo que no alcancé a madurar en 8 años?
Ayer và a la Clau.
¿Por qué necesito ver a la Clau?
¿Por qué necesito de otra gente?
Porque mi vida afectiva está fria.
Tan frÃa como mis manos.
¿Por qué mis manos están frÃas?
Porque hace frio.
Obvio.
Y falta poco.
Pero no para mis manos.
Eso tardará más tiempo.
Y justo ahora que hace frio.
¿Me das la mano?

Un dÃa estaba escuchando Headlong de Queen y me imaginé manejando por la carretera a todo chancho. Es uno de mis pensamientos más frecuentes. En una circunstancia como esa me darÃan ganas de mandar todo a la cresta. No sé por qué asocio esa canción con mi veloz huÃda a 120 por hora. Será porque siempre cuando pensaba en carreteras estaba deprimido, y pensaba que si la musicalizaba de esa manera estarÃa compensando mi tristeza. Me acuerdo que hace un par de años le conté lo de mis depresiones en la carretera a un amigo y me dijo que serÃa bueno que se lo dijera a un psicólogo. Hasta me dijo que le mostrara mi página web para que leyera mi columna. Hoy no visitarÃa a un psicólogo ni por casualidad. Todo el mundo me dice que los que realmente valen algo la pena son los psiquiatras, y los psicólogos sólo se encargan de quitarles la pega. Pero tampoco me dan ganas de visitar a un psiquiatra. Terminar adicto a fármacos serÃa lo último.
Ya terminé mi práctica y es tanta la necesidad de alguien que maneje la máquina de los helados que me dejaron trabajando todo el verano. Eso sÃ, pedà una semana libre porque no habÃa descansado nada. Es decir, terminé mis exámenes el año pasado, comencé la práctica y no paré. Pensé que serÃa bueno hacer visitas a algunas amistades olvidadas el resto del año, pero mi suerte no me acompañó, pues no es muy común para el resto de la gente estar en sus casas estos meses. ¡Todos salen y nadie contesta el teléfono! Si no es porque están trabajando (de lunes a domingo), es porque están en casa de otro amigo o amiga, o la excusa más barata: "fue a comprar y vuelve luego". Asà que me tendré que conformar con el peor de los escenarios: quedarme en casa descansando a pata suelta, según cómo se lo dije a mi jefa de la confiterÃa. Pensandolo bien, casi caà en lo que caen muchos depresivos: llenarse de actividades para no pensar cosas que los lleven a deprimirse.
Cierto dÃa llame a unos pocos personajes usando mi celular recién recargado gracias a algo de plata que habÃa ganado en mi práctica. Es la única forma que tengo de llamar por teléfono que no es ir a un teléfono público y que me coma la moneda. Dejé de ver teléfonos fijos en mi casa hace años. Me sentÃa triste y creo que no me hizo nada bien comprobar la triste realidad de los meses de vacaciones para quien se queda en Santiago, peor aún un sábado en la noche. Comencé a llamar a gente que yo sabÃa que podÃa estar en Santiago. Aún asà me fue mal. Muchos no contestan ni el celular, seguramente porque se encuentran vacacionando a la Xuxa del mundo o porque se toman sus vacaciones en serio y se desconectan de Santiago (¡qué envidia poder hacer eso!). Llamé a Princesilla (por razones obvias mantengo su identidad en reserva). Cuando escucho su "hola" me recuerda inmediatamente el comercial de los chocolates, en que un aprendiz de galán termina debiendo (y comiéndose) el regalo de cumpleaños de su amiga. La voz de aquella amiga del comercial me parece idéntica a la de Princesilla. Sin duda su voz es lo que más me gusta de ella, aunque guardando las proporciones, claro, porque se trata sólo de una amiga. Pero un brusco y apresurado "luego hablamos" con sabor a "no puedo" o peor aún, a un "no quiero", no era algo que me ayudara en el momento. Fue triste.
Luego llamé a otra persona de la que tambien me reservo su nombre y sólo diré que es de los misioneros de Sta. Bárbara. La grabación del buzón de voz de esa chiquilla me parecÃa tan cálida, pero tan frÃa para mÃ, porque sabÃa que las cosas no estaban bien, que esa calidez era para otros, nunca para mÃ. Me sentà miserable y lancé un grito que no creo que haya servido para otra cosa que espantar a mi gato. Estaba triste. Miraba las listas de teléfonos de los misioneros de Santa Bárbara y de Coelemu y era tal mi tristeza que no lograba ver bien los números. Mi llanto me hacÃa ver todo borroso. Me tiré sobre mi cama y me pregunté por que tenÃa que pasar por una desesperanza tan grande de sentir que todo el mundo estaba lejano, que racionalmente me parecÃa una pelotudez echarme a morir porque apenas dos personas me rechazan, pero que de todas formas eso me hacÃa sentir pésimo.
Descansé un rato y me acordé de una amiga que hice en las misiones del verano pasado y que habÃa visto después de mucho tiempo luego de un control. Luego del saludo, su forma de acogerme me alivió algo de la tristeza que sentÃa. Pero otra vez se repetÃa lo mismo, otra vez no podÃamos acordar un dÃa para juntarnos porque ella trabajaba toda la semana durante todo el verano, con el fin seguramente de juntar plata para ir a misionar a Paraguay, lo que para ella era lo máximo, nada que ver a las misiones de la PUC... Mientras conversaba con ella, seguÃa pensando en lo patético que resultaba todo, esas veces en que recibÃa un "yo te llamo" o un "hablamos luego", pero que sabÃa de antemano que no eran más que un "no" para sacarme de encima mi insistencia en acordar una cita para que finalmente nos quedemos sin tema de conversación a los cinco minutos de haber comenzado y que mientras disimulamos nuestro aburrimiento nos demos cuenta que sólo estabamos perdiendo el tiempo. Llegué a pensar en que en realidad esos "no" eran para mejor, que era la otra persona la que estaba más consciente que yo de la inutilidad de mi propuesta, de que siempre el tema de conversación termina siendo algo asà como "yo y mis trancas huevonas..." y que en realidad sà tenÃa sentido -y mucho sentido- lo que la Dani me dijo hace cinco años: ese "conversar, pero... ¿de qué?" cobraba un sentido que no habÃa tenido nunca antes. Mientras pensaba todo esto, hacÃa esfuerzos por tratar de traspasar estas ideas a mi amiga, talvez con la ilusión de que aquella hermosa persona que vi después de la prueba y que entendió todas mis frustraciones y deseos (y más que eso, los encontró válidos), ahora pudiese entender este enorme malestar. "No, no me parece patético..." dijo ella. "Eso es lo que pasa, siempre me dicen frases bonitas, como aspirinas, para mantenerme tranquilo. Nunca me dicen la verdad..." le dije. "Es que si te digo que sÃ, quizás qué cosas vas a hacer..." respondió ella, quizás resucitando esa actitud que un dÃa me prometió, de ser siempre sincera conmigo. "¿Te das cuenta?" le dije con rabia. "Willy, para tu autoflagelamiento..." fue su respuesta. Era claro que no conseguirÃa nada. Ahà me di cuenta por mà mismo que, al menos en ese instante, no tenÃa sentido conversar de nada y en cambio sà tenÃa sentido cerrarme, esa actitud que todo el mundo quiere que deje de lado.
Al final, a veces resulta ser que recurrir a otras personas es como ir por una carretera y mirar hacia los lados: a veces hay algún servicentro o algún teléfono de emergencia, y otras veces, nada. Me imagino una de esas carreteras de las pelÃculas gringas, bien perdidas entre montañas y algo de vegetación silvestre... o aún peor, en el desierto: absolutamente nada a la vista. Al final de todo descubrà por qué me deprimen las carreteras. Es como huir del vacÃo, de la soledad (mansa novedad), esa soledad que causa no tener a nadie o sentir que no se puede recurrir a nadie, y aunque son dos cosas distintas, se parecen tanto en momentos de depre.
Y sólo me puede sacar de eso una voz acogedora, pero no grabada. Ojalá un "te quiero" o un "me acordé de ti" dicho de corazón, no por cumplir ni por lástima (claro, en el caso de una mujer, o alguna frase ad-hoc en el caso de un masho, no se vaya a pensar mal). El mejor exterminador de paranoias jamás inventado.
(Febrero de 2004)

FotografÃa: Esquema original de las cinco lÃneas básicas de la futura red de Metro, 1968. [via]
Para muchos, un puñado de estaciones, sin mucha utilidad por el momento. Para otros, el tramo más flaite de toda la red. Lo cierto es que el Metro de Santiago, percibido como uno de los de mejor calidad en Chile y el mundo, no ha querido dejarme sin regalo de cumpleaños y
Igual les gustarÃa tener el Metro a 2 cuadras de sus casas... ¡acéptenlo! :D

FotografÃa: Tren antiguo haciendo su recorrido por la lÃnea 2 entre Los Héroes y Toesca. [via]
Actualización: la inauguración se corrió al 16 de agosto. Claro, no estamos en periodo electoral...
Todos para uno y uno para todos (y cuando digo todos quiero decir todos)
- Por William Hernández
- julio 18, 2006
FotografÃa: manu_antigua @ Flickr
Cuando me informo por los medios que un carabinero murió tratando de encontrar y rescatar el cuerpo de su colega desde un rÃo y como el gobierno se vale sólo del GOPE en circunstancias que existe gente tanto o más preparada en la armada o el ejército. Cuando el gobierno, en caso de catástrofes o necesidades de los municipios, opta por favorecer a los municipios cuyos alcaldes son de su mismo equipo. Cuando, en tiempo de elecciones parlamentarias, la coalición gobernante habla de obtener la mayorÃa absoluta en ambas cámaras con el objetivo de llevar adelante las reformas que representan el deseo de su sector y no de toda la ciudadanÃa. Cuando la presidenta electa hace un evento para celebrar su triunfo en las elecciones y una artista, que pretendÃa dar un apoyo ciudadano y de género a la candidata, es pifiada.
Cuando pasan estas cosas, por la cresta que me encabrono.
¿Entenderemos los chilenos alguna vez que llevar al paÃs adelante es una tarea de todos y no de un sólo color polÃtico? ¿Entenderemos de una buena vez que más importante que el color polÃtico son las personas que hay detrás?

Ahora sà que sÃ. 26.
No me canten el cumpleaños feliz, lejos la canción más fome en el mundo entero, pero...
¿me dejan pedir un deseo?
Ok...
Estoy pensando... ¿qué será bueno pedir?
Mmmmmmm... calma, estoy pensando.
¡Lo tengo!
(Estoy pidiendo mi deseo...)
Ya, ahora sÃ. ¡A apagar las velas!
Un momento. ¿A alguna dama presente le gustarÃa ayudarme?
(tiene que ver con mi deseo, ya saben, es para tener suerte y que se me cumpla...)

FotografÃa: Carlamercury @ Flickr
Hace no mucho tiempo, una extraña dama me acompañó un par de horas.
Compartimos historias, vivencias, gustos.
Al dia siguiente, desapareció de mi vista.
No dijo nada. No dio razón alguna. Sólo se fue.
Me quedé pensativo.
Se fue no más.
Nunca supe por qué.
Asà que, si a usté le pido que me diga si algo raro me encontró el otro dÃa, por algo será. No me gusta que me dejen asÃ.

FotografÃa: winter's photography @ Flickr
En alguna parte leà que el ser excluido puede llegar a doler igual o más que el dolor fÃsico. Es tonto que lo diga, pero mientras estudié aquÃ, con el correr del tiempo, me autoexcluÃ. En otras palabras, no me relacionaba con nadie, no me gustaba hacer grupos de trabajo y mis experiencias de trabajo en grupo eran pésimas, o era yo el que se llevaba todo el trabajo o era el que nunca entendió nada y trataba de que su falta de trabajo ni se notara, claro, para que no digan que es un, en buen chileno, pajero. Si esto no parece suficiente, consideraba que mis compañeros estaban tan lejos de mi forma de vida y que en mayor o menor medida tenÃan intereses distintos a los mÃos. Eso me dejó casi como un autista. Los amigos que hice en los primeros años de la carrera comenzaron a irse, algunos pocos desertaron, la mayor parte ya egresó y de ellos algunos se fueron a otro paÃs a probar suerte. Además, por si fuera poco, me autoexcluà de la pastoral y con esto prescindà de ese grupo de amigos, el que era harto más grande que el de mi carrera. ¿No les dije que habÃa escrito mi vida a punta de pelotudeces? Y tengo más...
Hace un par de dÃas me escribieron de la universidad, en particular, del boletÃn de la DGE. Para la edición de agosto quieren publicar una nota sobre los blogs y a propósito de esto, destacar unos cuantos blogs creados por alumnos de la UC. Me escogieron a mà para aparecer, con nombre y foto, y contando mi experiencia como bloggero. Al comienzo me resistÃ, pero después pensé que no era para tanto. Error. Sà era para tanto. Por fin, después de tanto tiempo, voy a figurar en algo relacionado con la universidad. Asà que el deseo de ser parte de algo (y de que se note), y en particular de ser parte del lugar donde estudio, fue más fuerte. Asà que accedÃ.
Ya, un post loser. Y qué.

En la medida que uno logra quererse más, uno comienza a escoger con mayor cuidado a quienes desea tener alrededor. La meta no es buscar gente como uno. Nunca lo fue. La magia, la satisfacción máxima no está en escoger personas iguales a uno, sino complementarias. Sentir la quÃmica. Quererse lo suficiente como para tener el valor de rechazar la frialdad de alguien que no nos comprende ni jamás pretendió hacerlo. Y saber reconocer el cariño legÃtimo en quienes nunca pensamos. Ir tras la llama de una amistad sincera, que no esconde nada ni por miedo, ni por un mal entendido deseo de no dañar, ni te considera en último lugar para comentarte algo sobre ti mismo.
Huye del frio. Sigue el calor de una amistad de verdad.
(11 de Mayo de 2006)

No te digo que ya no te quiero. Eso serÃa cruel.
Sin embargo yo te pedÃa siempre que me enfrentaras con la verdad.
Te di la ventaja.
Ahora me estás dejando con un problema grande.
Ahora que las clases me han dado tregua por un mes.
¿Cuál será mi gratificación ahora?
¿Un abrazo tuyo?
Ya sé que no te acomoda.
¿Vernos?
Si me dices que apenas tienes tiempo.
¿Decirme que ya diste vuelta la página?
Te lo agradecerÃa.
Pero antes dime qué hacer todo este mes con mis brazos, hasta que vuelvan las clases y tenga otras cosas en que pensar.
Se me habÃa ocurrido esto. ¿Tienes una mejor idea?
El concursante respondió mal. ¿El resultado? Véalo:

Me quedé pensando aunque, más que nada, recordando la oportunidad en que fui a trabajos de invierno a Chillán, hace ya 7 años, cuando esta fundación no era una fundación propiamente tal y tenÃa otro nombre. Fue triste recibir la noticia de que algunas de las techumbres de zinc que habÃamos puesto a las casas se volaron con un viento fuerte ese mismo invierno. El afiche promocional de este invierno para captar voluntarios merece todas mis felicitaciones por lo original y por no apelar a la lástima (un clavo a medio clavar y multitud de martillazos alrededor del clavo), pero se fundamenta en la idea de llevar "voluntarios", no importa que no sepan hacer mucho, con las ganas basta. Alguna vez les hacÃan capacitación a los voluntarios. No sé ahora. Personalmente, pienso que la gente que recibe estas ayudas merece un trabajo bien hecho. Y me apenarÃa mucho que el sistema web que le hicimos al Techo este semestre ya no les sirviera a los pocos meses. Aunque le dimos con todo.
Y a propósito de cosas mal hechas, vergüenza nacional han provocado las viviendas de 12 metros cuadrados entregadas recientemente. Lo sucedido con estas casas no es nada nuevo. Hace ya varios años que se viene discutiendo lo dignas o poco dignas que son las viviendas sociales, cuyo tamaño ha dado inspiración al cine chileno recientemente con "El Chacotero Sentimental". Ya a comienzos de la década de los '80, Pinochet habÃa creado las llamadas "viviendas progresivas", ante la gran cantidad de familias sin hogar propio y los recursos disponibles en esos tiempos, los que no eran la gran cosa. El caso es que las viviendas de 12 metros cuadrados entregadas recientemente no eran viviendas progresivas o "casetas sanitarias", sino que eran viviendas sociales. Se argumentó que por un problema con los terrenos, el costo de construÃr las viviendas se habÃa encarecido y por ello se habÃa reducido el tamaño. Por favor... La ministra asegura que los beneficiarios de estas viviendas ya sabÃan que las casas tenÃan esa superficie construÃda.

A mi parecer, lo sucedido no viene a confirmar otra cosa que no sea la incultura de la gente. En particular, lo poco que la gente domina el significado de metro cuadrado. Cuando les dijeron "12 metros cuadrados", seguramente se imaginaron una superficie de 12 metros por 12 metros. Aún en la vida cotidiana me ha tocado encontrarme con gente que no sabe bien lo que es un metro cuadrado (¿cierto, I.?). Esto confirma lo que se dice siempre: a la gente ignorante siempre le van a pasar gato por liebre. Y con esto nos vamos a la educación en Chile, otro desmadre... ¡no más, por favor!
Asà con la cosa. Con una casita chiquitita asÃ, y más encima teniendo que estar attenti al lupo, no vaya a ser cosa de que justo llegue un amigo de lo ajeno, de esos que están tan de moda hoy por hoy...


FotografÃa: GreyArea@Flickr
Tengo una amiga a la que quiero mucho.
Y la quiero demasiado.
Y la admiro.
Y me encanta su paz interior.
Pero no puedo manifestárselo.
Cree que la manipulo.
Y tampoco puedo abrazarla.
No le gusta.
El dilema es encontrar una manera original de hacerle sentir mi aprecio.
Pero tiene que ser rápido, ahora... ¡ya!
Porque el tiempo pasa y esto ya se muere.
No será la primera vez que un reportero reciba una paipa en vivo y en directo, ni tampoco será la última, eso está claro. Es ya parte del patrimonio de la patria. Lo que sà es cierto es que, por alguna razón que talvez escape al razonamiento cientÃfico, hay un canal que la está llevando a la hora de recibir este tipo de "muestras de afecto".
Vamos a tener que hacer algo con estos reporteros de Red TV. Cada dÃa les tienen menos respeto.
Y, a falta de que ella lo leyera, lo terminé leyendo yo. Claro, habÃa que mantener la manguera del desague a una distancia mÃnima de 90 centÃmetros del piso. Y, claro, conectar las mangueras del agua adecuadamente (y no tratando de hacerlas calzar a la fuerza con la mano tratando de evitar salpicar demasiada agua).
No es mi afan ser ni parecer machista, pero en casos de terquedad extrema, no hay ná que hacer... Minas...
Ya lo saben, chicos: todo se ve más claro si se lee primero el manual...

Una alegrÃa tonta (o El Efecto Fantasilandia)
- Por William Hernández
- julio 01, 2006

Cuento corto: me pasó el "Efecto Fantasilandia". Ese que se mostraba en su comercial, en el que tres jóvenes van en el asiento trasero de un auto y cuando pasan por un lomo de toro alzan las manos y gritan wooooooohooooooo... Y si bien es cierto, se trató de una alegrÃa tonta y de un momento tonto (digamos, si hubieran mostrado el logo ya serÃa algo significativo por lo que valiera la pena tanto alboroto), lo que no deja de ser cierto, de todos modos, es que yo necesito condimentar mi vida, no sé, darle gracia, hacer un cambio radical, salir a vivir el mundo y todo eso. No puedo perder la compostura por algo como esto.
Ahora bien, si la Sole Onetto con su linda vocecita me mencionara como sitio destacado en su programa, ahà estarÃa pensando en hacer una pequeña fiestecita. Pero para que ocurra eso...