¿Oye pero… en qué quedamos? ¿Motoqueros rebeldes o naves del espacio? Hagamos los dos, qué tanto. Y le agregai unos rockeros por ahí.
El día en que Soprole se volvió malota. En 1984, como respuesta al Yogu Yogu, y para romper «el aburrido mundo de los yoghurts que se beben», Soprole salió con su «Yoghi-Drink». ¿Otro yoghurt pa cabros chicos? ¡Aburridooooo! Mejor hacer algo diferente y, qué mejor que ponerse rudo. Con Yoghi-Drink, Soprole hizo lo menos Soprole de toda su historia.
No recuerdo nunca haberlo probado. Duró bien poco. Pero siempre, en algún almacén de barrio, en alguna vitrina, había pegada una calcomanía del Yoghi-Drink, y que duró bastantes años más de los que duro el yoghurt mismo en el mercado.
Unos años después, cuando Nestlé ya se había instalado en los yoghurts (comprando Yely), lanzó el yoghurt líquido que sí se separó del mundo de los yoghurts de cabros chicos marcando época: el Bliss. Pero ésa es otra historia.
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