La trastienda de Malditas Patrañas, su situación actual y los motivos por los cuales nunca triunfará (en las cifras)

  • Por Canal Preto
  • julio 02, 2022



Siempre he pensado que andar por la vida a lo loco no pinta bien, no importa cuando leas esto. Y así, aprovechando la semana de receso del podcast (la cual, lo siento, no avisé), es que talvez sea momento para "desclasificar" lo que ocurre tras el micrófono, además de la situación actual, y que más vale que les cuente por esta vía que, bueno, hacer un podcast para ello y, en fin, evitar que se vea afectado por uno de los tantos factores en contra que el espacio, muy a pesar del entusiasmo, enfrenta (y enfrentará). 

Antes de entrar en la sustancia, talvez sea hora de pedir disculpas. Pedir disculpas (y comprensión) a la pequeña audiencia (es pequeña, pero existe) del espacio. Nunca será mi interés menospreciarla, mucho menos cuando me han manifestado que escuchan lo que hago no porque sea ni amigo ni cercano, sino que simplemente porque de verdad les gusta. Pero es hora de dejar de hacerse el gil, y enfrentar la charcha realidad. Y para ello comenzaré exponiendo en el mismo orden que lo sugerí en el título: primero la trastienda y lo que nadie sabía que venía incluido con cada edición, luego el estado actual y, finalmente, una serie de motivos por los cuales, a los ojos del mundo se seguirá viendo como un innecesario gastadero de luz en una empresa eléctrica mediocre y desperdicio de ancho de banda de un proveedor de Internet también nefasto

Y preparense el cocaví, porque se viene para largo. O ni tanto, pero por si las moscas. 

La trastienda

Preparar un capítulo del programa me toma toda una tarde de viernes o sábado, terminando la grabación a altas horas de la madrugada (no antes de las 2 AM). A eso, sumamos la selección musical que, créanlo, aunque se trate de temas "ahí no más" en más de algún caso, también consume tiempo, y más si la orientación desde un tiempo a esta parte ha sido, ojalá, tocar la fibra o desbloquear algún recuerdo. Aunque el tema no sea una obra maestra de la historia de la música, si desbloquea un recuerdo, sirve. Agarrar una lista de Spotify y seleccionar (o inspirarse en) temas de ahí es recontra fácil y, para mí, no vale. Pero donde quiero hacer un deep dive o un doble clic, es en la idea que para mí implica desbloquear un recuerdo. Recuerdo habérselo tratado de explicar a una amiga de años, una noche en que me traía en su auto de vuelta al departamento. Es lo que pasa un día cualquiera cuando no sólo te topas con una canción que no habías escuchado en años, sino que además, mientras ésta suena, comienzas a anticipar lo que va a sonar segundos después, y segundos luego de esos segundos después. En casos más graves, mi cabeza se va a un punto del tiempo en el pasado y a un lugar específico (y hasta tengo una lista privada en Spotify con estos casos, a medida que me los voy encontrando). Es como una bomba emocional que te explota encima. No lo entendió. Volviendo al podcast, ya durante la grabación, la que se hace "en vivo" de un solo tirón (y el resto son ediciones menores), el software de grabación va mostrando en tiempo real la forma de la onda sonora y es en este momento cuando la bomba emocional vuelve: además de escucharlo por los audífonos, lo puedo ver en pantalla: es posible distinguir una estructura en la canción, ver cuando viene un segmento calmo, el puente, el climax y su posterior final. Y la verdad es que de todas formas entiendo a mi amiga: cuando no se tiene una especial (o exagerada) sensibilidad, la bomba emocional no se entiende. 

Y hablando de estructura: el podcast ha decantado también en su propia (y única) estructura. Cada edición comienza con una "patraña", que no es más que una frase de veracidad discutible que se incluye a modo de chiste, y luego la presentación que, a su vez parte con la frase "Patrañas..." tomada del doblaje latino de "How to Lose a Guy in 10 Days" y que el canal de YouTube "Te lo resumo" se encargó de popularizarla hasta el infinito. Y aunque "tomar prestados" en plan copy and paste elementos de otros "creadores de contenido" podría sonar extremadamente falto de identidad, cabe de cajón, de la forma en que la actriz de doblaje pronuncia la palabra para enfatizar que nadie debería tomar en serio la patraña. Magistral. Por cierto, no se llama "Patrañas..." por la frase de la película, sino por uno de esos primeros podcasts que salían a través de la fenecida plataforma Podcaster.cl, llamado "Patrañas Urbanas" y en el que una simpática chica contaba en no más de 5 minutos una suerte de cuento inspirado en la vida citadina. Volviendo a lo que contaba, luego viene el primer tema musical, luego el tema de la semana y así, alternando bloques de música y contenido (que ahora último pasaron de 3 a 4) hasta que llegamos al bloque musical antes de la despedida, donde van dos canciones seguidas, la primera siempre es movida y la segunda, traslapándose cuando ya se extingue el ritmo de la primera en fade-out, siempre es lenta o triste. Y esto es completamente a propósito: primero te levanto con la primera y luego te corto totalmente el rollo con la segunda. Es como lo que yo paso en mi día a día, y que quiero lograr que ojalá se transmita. Luego viene la despedida, después el tema de cierre, pero cuando termina el tema de cierre no se termina el programa. Siguen 15 segundos de silencio (contados) y finalmente el verdadero último tema musical a manera de "track oculto" y que casi siempre es la canción que más ganas tengo de incluir de todo el programa, pero que va aparte muchas veces simplemente porque no guarda ninguna relación con el resto del contenido, tras lo cual viene el silencio final, el que normalmente es de 5 segundos (también contados), y que se alargan a 10 en caso de tristeza. Sí, ese nivel de conexión. 

Hacer el podcast es para mí el mejor momento de la semana, pero a la vez es una montaña rusa de emociones y estados de ánimo, pero que sin embargo logro que no se note (salvo una vez que me tomé los 15 segundos del final para una dedicatoria, totalmente improvisada, tras lo cual me di cuenta que esas cosas se graban antes). Comprendo que haya gente que piense que es una suerte de autoflagelación psicológica. Pero todos somos distintos. Yo prefiero verlo como el costo que tengo que pagar por vivir, en el más amplio sentido de la palabra, por sentir y por disfrutar el que, ya dije, es el mejor momento de mi semana, lejos. 

El presente

El formato actual del podcast tiene su enemigo número uno declarado: el copyright. Es una situación inescapable, en cuanto sería imposible hacer el programa en el formato y contenido que yo quiero sin contar con música distribuída de forma comercial. Y es en este punto donde aparece el elemento que, más adelante voy a detallar más en profundidad y, como dice el título, es uno de los factores (si no "el" factor) por el que no se ve un buen futuro en las cifras: Mixcloud

Allá afuera existe una infinidad de servicios de alojamiento de podcasts, unos mejores que otros, planes gratuitos con ene restricciones o planes pagados, me imagino que algunos con beneficios como ser parte de una gran red y una buena vitrina. Pero todos comparten un denominador común: el creador debe hacerse cargo de los derechos de autor de todo el contenido que publica. Y en materia de copyright, creo que no tengo que recordar que no hay ningún distingo entre un pequeño creador y un gran holding de medios. Todos pagan igual. Sin embargo, existe un servicio que, rigurosamente, no es un alojamiento de podcasts, pero que "puede servir" para algo que se le acerque a un podcast: Mixcloud. Este servicio fue concebido como un alojamiento de audio para que DJs pudieran publicar sus mixes, pero que, sin embargo, algunos usan como podcast. En Mixcloud se puede subir casi el material que sea, pero se debe cumplir con algunas restricciones de número máximo de tracks por artista y de taggear cada nombre de artista y canción incluídas. A cambio, la plataforma se encarga de negociar los derechos de autor, por lo cual pueden jactarse de tener una política de "no takedowns" con sus usuarios. 

Otro elemento relevante a tener en cuenta en el presente del espacio, y que se ha potenciado respecto al año pasado, es el componente de opinión o, como prefiero llamarlo, "mis dos chauchas". En tiempos muy tempranos de mis días haciendo podcasts, las temáticas casi siempre eran temas que trataban de ser tan atemporales como fuese posible, en un intento de ser, aparte de atemporales, universales. Sin embargo, era un enfoque muy poco "resultón", ya que al poco andar, en podcasts que hice antes de Malditas Patrañas, cuando ya había alcanzado el programa número 50 o 60, y ante la necesidad de algún tema que tomar, terminaba hablando de cualquier cosa, hasta a veces sin guión, algo que, a menos que tengas algún grado de fama para permitírtelo y que se queden escuchando sólo por eso, por escuchar qué dice un famoso, rayando para la suma, no lo disfrutaba nadie. Por lo mismo, en mi vida plagada de extremos, terminé haciendo evolucionar todo hacia un contenido temporal y contingente. Y para hacer eso hay que tener (y agregar) una opinión, aunque sea mínima. Si no, qué sentido tiene sólo replicar lo que está publicado en todos lados. Hay profesionales que lo hacen mejor y estudiaron 5 años para ello. Pero esto contrasta con la orientación que le he querido dar a este blog y sus redes sociales y a toda la comunidad y a los contenidos de los que (en teoría) este podcast aún forma parte. En Canal Preto son bienvenidos todos. Todos. Aunque "todos" no te represente. Todos. Y es aquí donde defender un punto de vista, aunque sea una posición equilibrada, puede jugar en contra. A tal punto que de veras me pregunto si sería mejor comenzar a tratar el podcast como un "producto" independiente. 

Finalmente, el punto que al final más se nota: la audiencia marginal y estancada de este espacio por años. Pero esto se entenderá mejor revisando el próximo capítulo: los factores por los cuales nunca triunfará (en las cifras). 

Las cifras no subirán, y aquí te explico por qué

Antes de que me acusen de pesimismo y pedantería recalcitrantes, vuelvo a afirmar: hacer el podcast es el mejor momento de mi semana. Más que estar echado sin hacer nada. Más que salir a ver gente. Más que viajar en carretera (pero sólo durante dos horas seguidas como máximo). Más que la música de ascensor. Más que todo, todo eso. Sin embargo, hay factores que mantendrán siempre a este espacio en la más endémica de las sombras. Y los vamos a ir revisando uno por uno. 

El factor Mixcloud: ya hice una introducción sobre qué es Mixcloud y el por qué es actualmente la única opción viable para alojar los capítulos del podcast y que pueda estar disponible para ser escuchado. Y es esta "opción cautiva" la que determina gran parte del problema. Como ya mencioné, Mixcloud no es un servicio de podcast, y por tanto no posee feed RSS. ¿Que no sabes qué es un feed RSS? Pues es básicamente un archivo de metadata que tiene su propia URL, que se usa también en los blogs, y que se actualiza cada vez que subes un capítulo del programa. Esta es la forma que tienen los agregadores de podcasts (Spotify, Apple Podcasts, etc.) para recibir una petición de agregar nuestro podcast a sus directorios y luego, una vez que te agregaron, encontrar tu contenido y avisarles a quienes están "suscritos" a tu podcast a través de ellos de que publicaste algo nuevo. Con Mixcloud no existe nada de esto, ya que implementar RSS posibilitaría la descarga gratuita de capítulos, algo que la industria discográfica jamás permitiría, a lo que podemos añadir que no es una plataforma extensamente conocida. Peor aún si volvemos a recordar que no es de podcasts. Peor aún si tomamos en cuenta que, si no pagas, la plataforma no te recomienda y sólo te permite tener una calidad de sonido mediocre y en extremo comprimida (problema que no es salvable ni siquiera publicando los capítulos en formato FLAC, ya que recodifican el audio a MPEG4 de míseros 64 kbps). Y ni hablemos de que, para algo tan simple como retroceder en el capítulo, hay que pagar premium. El plan pagado cuesta 15 dólares mensuales (más caro que una membresía a un streaming) y la promoción se debe pagar aparte. ¿Vale la pena para un podcast de, a lo más, siendo muy optimista, 20 escuchas a la semana... y sin feed RSS? Naturalmente, también existen otros creadores que usan música con derechos de autor (no diré quiénes) y que, como si nada, publican a través de las plataformas de podcast convencionales y que incluso fueron aceptados por las plataformas agregadoras para estar en Spotify, por ejemplo (beneficiándose de la vitrina que les brinda). Pero está claro que lo hacen "a la mala". Y no me puedo dar ese lujo, considerando que trabajo para una compañía propiedad de gringos. Porque... gringos. 

El "pánico escénico": para explicar este punto, lo haré con un ejemplo. Después de hacer videos para YouTube, vergonzosamente tratando de emular a "Hola Soy Germán" al menos en la onda (y me molestó mucho la comparación en su día), al tiempo después decidí hacer algo muy parecido, pero en podcast. No había problema, ya que no usaba nada con copyright. Envié mi feed RSS a Apple Podcasts y me aceptaron. Más que eso, a los días después comencé a aparecer entre los recomendados de la plataforma. Comencé a fijarme en la cantidad de bajadas, nada muy impresionante. Pero luego me pregunté "¿y si de repente se disparan las bajadas?". Es un contenido tan tonto... ¿y si se hace famoso para mal? Tres días duró el podcast arriba luego de eso. Tres. Luego, años después, recibí propuestas de un par de radios online para difundir el podcast que hice luego, una de ellas con apoyo artístico y libertad editorial. Pero no. Así que podríamos decir que este factor, sí, anula el primero.

Y el factor más "personal" de todos, tan personal, que no tengo una palabra para mencionarlo: siempre está la duda de si le "caemos bien" al resto de la gente, o si tenemos eso que algunos llaman "ángel". Ahora bien, ya lo dijo Chávez, "no soy monedita de oro (para caerle bien a todos... o algo así)". Sin embargo, el mundo está lleno de personas que simplemente no... caen... bien. Y en mi vida hubo varias veces de ser el último en enterarme de que... puedes irte a la cresta. Por algo en el siglo XXII, de donde viene Doraemon, ya inventaron esa píldora para que todos te quieran... Pero ya, en serio, cuando te vienen dudas respecto a cómo gente extraña, que no te conoce, te puede percibir, y estas dudas llegan a niveles sólo comparables al penal de Higuaín en la Copa América del 2015, es cuando todo se puede ir a la cresta. Hasta el producto al cual se le dio mayor dedicación, hasta el esfuerzo más elaborado de hacer algo bien, hasta los mayores cuidados para evitar las muletillas, pronunciar correctamente y hacer algo que divierta o al menos pueda sacar una sonrisa, no podrán impedir que, consciente o inconscientemente, termine autoboicoteándome. Para no enfrentar el rechazo.

Nunca esto va a alcanzar las grandes cifras o las "ligas mayores" como decía un comentario que recibí el año pasado. Es un espacio que terminó forjándose una vocación de aportar desde lo pequeño. Como yo en mi trabajo: jamás me verán como jefe. Una vocación tan arraigada, que hace que este espacio no necesite de competencia que lo hunda. Y que, ante el avistamiento de algún tipo de crecimiento a la distancia, optará por hacerse a sí mismo desaparecer. 



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