Con la verdad por delante, aunque duela. Asà no más la hizo. Con el remordimiento de conciencia de haber hecho una cochinada, una rosada Maria Conchita Alonso, de jóvenes 29 años (nació en 1955 en Cuba), le confiesa a su marido su debilidad, causada por una sobreingesta de manjares etÃlicos de la que preferirÃamos no saber mayores detalles. El asunto fue que besó otros besos, olvidó su boca, mancho su imagen, se perdió ella sola... y esa es la historia.
Don Genaro es tremendo. Cuando hagan otra cápsula del tiempo, tiene que ir una foto de Fernando FarÃas sà o sÃ. Si bien es cierto, todos sus personajes son iguales, no es menos cierto que su "especialización" del papel de almacenero de barrio que se ganó en Los 80 le ha servido para ser ampliamente reconocido de norte a sur, en especial en la región de Concepción en donde hizo esta "joyita".
Una familia almorzando en dÃa domingo. El cabro chico de la casa reclama porque es domingo y pide "bebida". La madre, como buena madre de clase media (?) le para los carros con que la bebida está muy cara. Pero ahà aparece Don Genaro, paladÃn de la economÃa.
Lo siento, pero tenÃa que poner aquà esto para que lo vea todo Chile. Y tú, tatita, lo conseguiste: ¡tráete al tiro una Point Cola!
Algo ahà usaron de 3D pero, fuera de eso, la factura es
increÃblemente artesanal. Deja ver una PYME al desnudo. Incluso por un
segundo nos dejan ver su fábrica. Pero como me caen bien las PYMEs, no
digo que sea malo. Es simplemente... "malito".
"Mc Cola es mejor, Mc Cola es sabor, Mc Cola es la única con esa sensación". ¿Cuál sensación? Sensación de que ojalá no me vean con la botella. Chan. "¡Y cuesta menos!" remata al final. Ahà quedó recontra claro hacia dónde vamos. Para vender un producto que destaca por ser barato frente a los gigantes, que con imagen y fórmulas secretas están en la cima, serÃa tirado de las mechas gastarse una millonada. Sobre eso, no hay más que decir. O talvez algo más para finalizar: el comercial sólo dura 22 segundos y lo pasaban en La Red. Fin.
Aún asÃ, nos queda el famoso jingle que, aunque no pegó tanto como el de Super Burros, bah, Simón Bolivar, se merece su espacio en el inconsciente colectivo, por no decir que ya se lo ganó.
Estuve a punto de darlo como El Spot Malo, pero le tuve compasión.
Espero una mayor normalidad en mi cabeza los próximos dÃas, porque ahora simplemente sucumbà ante un futuro en extremo ilusorio. Creo que será bueno por ahora no hablar nada más.
Si no he escrito nada en otros blogs es justamente por esto, por el efecto embobante de lo que vivà esa noche. Espero me disculpen.
Dicen que la creatividad se va con el tiempo y que hay que ejercitarla para no perderla. Sinceramente, hacer videos como los que harÃa un teenager simplemente no me acomoda y ya no es opción. Suplicar favoritear, twittear, likear al final, menos. Meterse a comentar a cada video que llegan a pisar en la vida, peor. Lo entiendo, asà es como se llega a tener 100, 500, 1000, 100000 suscritos y talvez la fama. No lo niego que veo a muchos de ellos, algunos con creatividad, o recursos, o un gran equipo detrás, o una mezcla de todo eso. Y me he pasado estos últimos tres meses viendo mucho, mucho videolog.
El momento cúlmine es cuando su obra llega a la tele. No de la forma “tradicional”, sino más fácil: conectar el laptop al TV. Las TV de ahora permiten eso. Gran parte de los vloggeros ya producen en HD. Con muchos me rÃo a destajo. Otros me dejan pensando. Pero todos me dejan la impresión de que más temprano que tarde lograrán ser “la nueva tele”. El mismo tiempo que ha ocupado tradicionalmente un producto realizado con recursos y figuras de fama, ahora lo está ocupando en mi pantalla un simple mortal con una cámara en frente que invirtió un par de horas o una tarde completa en elaborar un mensaje y subirlo a Internet y que, salvo costos inherentes y obvios, no le costó un peso.
Es la nueva tele. Me gusta la idea. Pero cuál será la manera de entrar, siendo fiel a mÃ, desde lo que soy y desde donde estoy. Con alma.