Unos más ricos que otros, nadie -o casi nadie- puede negar que los tuvo. Solos o acompañados, todos tienen en su memoria esos momentos que a veces preparados, a veces improvisados, tuvieron con alguien que conocieron hace no mucho pero que, sin importar las circunstancias, terminaron en lo que termina cada cosa que lleva a la otra. Todos tienen los suyos. Yo, humildemente, desclasifico un par. Y por cero peso.
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