"A la mujer no se le pega". Con eso nos educaron desde chicos. Vamos a los setentas: Don Ramón sufría semana a semana los embates furiosos de una Doña Florinda que siempre lo humilló. Ni siquiera hay que ir muy atrás en el tiempo: en la cultura popular, un hombre maltratado... no, ni siquiera eso, un hombre obedeciendo órdenes de una mujer es objeto de burla, de chiste, de receptor ideal del término popular y despectivo "mandoneao". Mira, allá va el "mandoneao". Se ve casi como una humillación, de la mujer hacia el hombre. De la mujer, tradicionalmente y culturalmente vista siempre o casi siempre como "la débil". Porque el hombre es el "sexo fuerte" y se le exige socialmente que tome el lugar sobre la mujer, el "sexo débil". El hombre no se debe dejar golpear, y quien lo haga casi merece la burla social. Y así se perpetúa esa cultura incluso entre una sociedad que se hace llamar -y presume de ser- "igualitaria". Hay feminismo o de otra forma dicho, "hembrismo" disfrazado de igualdad. En Chile al menos, está claro que, dicho vulgarmente, somos "progres al peo". Porque está de moda declararse "a favor de la igualdad". Está de moda declararse a favor de los gay, del matrimonio homosexual, del aborto, y un largo etcétera. Moda.
Sin duda hoy, mañana o pasado, cuando volvamos a ver como Don Ramón es "puesto como camote" por Doña Florinda nos vamos a reir, pero con esa extraña licencia que da el mirar las cosas como producto de su tiempo. Y aún así ya se comenzaban a notar atisbos de igualdad, con o sin comillas -lo dejo a su criterio-, cuando a la "chancluda del 14" se le escapaban las palabras "... y las mujeres se aprovechan de ello para...". Y Don Ramón le responde con un "sígale, sígale..."
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