Y la idea de verte nuevamente se hacía realidad en un par de días. Hasta que el día llegó y decidimos que... mejor otro día. Antes de eso yo miraba los trenes pasar, a ver si talvez en el próximo venías tú. Fue inutil, pero... ¿ya te habían dicho que a soñar aún no le ponen precio?
* Fotografía por Don Preto.
0 comentan