Doce gatos

  • Por William Hernández F.
  • noviembre 09, 2008



Estuvieron toda la puta semana hablando en la oficina del tipo del piso 9 que estaba egresado de Ingeniería Comercial y que a la salida de su depa lo mató un puto pelao flaite de mierda. Yo, estuve toda la puta semana sacandome cachos, hasta las tantas de la noche, teniendo que hasta volver a mi casa en radiotaxi.

Eso fue la semana pasada.

Esta semana será un poco rara. Hoy me compré una nueva tenida formal porque el jueves tengo mi titulación. El día que pensé que jamás llegaría. Sinceramente, no conozco a nadie de los personajes con los que me voy a titular. A excepción de una mina que es un amor y que fue toda una sorpresa verla en la recta final de la elección al menor compañero. Ojalá al menos le toque un paquete de Sabrosalsa... Lo genial es que ese día jueves me darán permiso para no ir al trabajo al menos por la tarde y será un alivio. Todo para ir a recibir un cartón que vale más para el resto menos para mí mismo. Cada error en el trabajo me hace desear menos ese cartón y sentir que no lo merezco, que poco y nada aplico de lo aprendido y que por lo mismo ya se me está olvidando. ¿Un diploma por saber qué? Porque al fin y al cabo el diploma certifica que adquiriste conocimientos, habilidades. ¿Cuáles conocimientos, si con suerte recordé algunas cosas en el examen de título que lo pasé por cuevazo? ¿Cuáles habilidades, si a ratos soy incapaz de ir a preguntar algo a otra persona, porque llego allá y se me confunde todo?

Este fin de semana por fin le hice un nuevo video a los gatos. Salud por los gatos. Y no sé cómo ocurrió, fue tan rápido, el asunto es que ahora tengo 12 gatos. Y qué hago yo con tanto gato... Brincarles a todos sería una burrada, así que me quedo con la pura lata. La lata de tener que, en el fondo, pagar por tener tanto gato. Tener 12 gatos sale salado... Y la terapia con el psicólogo también. Toda la semana sintiendo que la necesito a gritos y aún sin una respuesta que dar a mi jefa.

Tengo que recuperar al más inteligente de su clase, al que no le daba verguenza hablar ante una multitud, al que sobresalía de entre todos, al que era capaz de investigar y hacer análisis. Al que llegó a su primer trabajo y le encantó. De otro modo, si me llega a matar un pelao flaite de mierda, no se van a acordar de mi ni mis gatos.

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