El disparo, el fósforo que enciende la mecha, el trampolÃn: faltan. El metro cuadrado que de tan conocido se hace absolutamente predecible: está, y es enfermizamente omnipresente. Pisar el metro cuadrado del lado se torna algo autoprohibido, con un autocastigo involucrado que a uno no le queda más que autocumplir y quedar con un autoremordimiento de conciencia que, por cierto, tampoco se sale del metro cuadrado. Porque la desconfianza a lo que se ve afuera es reina y ley y se escribió a punta de intentos de prueba y error que han permitido redactar un compendio completÃsimo sobre lo que no hay que hacer. No tiene tÃtulo, porque el editor quedó tan rayado de "nos" después de terminarlo, que creyó haber leÃdo en la página 4561 una lÃnea casi al final de la hoja que decÃa "no pondrás tÃtulo al libro..."
Son terribles los "no". Pero son peores lo que uno se autoimpone.
Y lo único que aguardas es que una persona especial del mundo de afuera te diga -vaya cosa- que sÃ. Y caer en la cuenta que afuera del metro cuadrado propio existen los "sÃ" y que el cielo está lleno de muchos "sÃ". Y -vaya cosa también- que dan mucha más felicidad que los "no".
Lance algún "no" que ayude a ser feliz, si no me cree...
Ehmmm... espere, mejor no.
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Mira, un gran amigo (y colaborador de la página) dijo una vez hablando de su salida de la FACH y su entrada a diseño lo siguiente...
ResponderBorrar"Aun cuando ya no vuelo aviones, sigo volando, vuelo con la imaginación"
Notable frase muy adhoc a lo que escribes.
CuÃdate.-