No pretenda que rija mi linea editorial por lo que arroja la nube de tags de Blogalaxia. La vi y me dio vergüenza ajena.
Ni siquiera debería estar hablando de línea editorial. Después van a decir que me las doy de periodista. Va a sonar crudo que se los diga, pero en este momento, en estos días, no me importan. Creo que valdrá la pena dedicarme estas letras a mí y a mi proceso. No se extrañe si le hablo cada vez menos en el messenger o no le comento como solía hacerlo antes o ya no linkeo a su espacio. Le sigo leyendo, que no le quepa duda. Lo que pasa es que la reciprocidad blogger es la hipocresía más grande sobre la tierra. Ahora que puedo leerle en la comodidad de mi hogar uso un lector de feeds que consulto unas dos o tres veces al día para averiguar si alguna idea suya me provoca algo que me impulse a escribir.
He descansado de la TV. Tanto así que a ratos me da asco. Las discusiones de asuntos que no le interesan a nadie, los concursos de verano, un pelota que se hace llamar el rey del guazazo o algo así y su meneo de traste francamente vomitivo. Hay cosas mejores que eso. La soledad de mi cuarto. La sensación de que no tengo que correr a satisfacerle necesidades a nadie. La voz de ella. Feliz de haber conseguido la discografía casi completa y escucharla sin cansarme. Cuando algo no te cansa es porque realmente te gusta. Algo raro de conseguir en mí que me aburre casi todo. Al final es parte de quererse uno mismo, hacerse regalos. Ser capaz de vivir bien aunque los demás no estén. Y no tener que estar para otros.
Es esa cosa antinatura llamada "independencia" que te permite vivir en estos tiempos. Y yo que odiaba lo artificial...
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