FotografÃa: Ryan Greenberg @ Flickr
Este post va dedicado. SÃ, tal como lo lee: dedicado.
Iba todo bien. Medio en broma, medio en serio, surgió la idea de invitar a la dama de turno al cine. Si es a la manera tradicional, no tengo ningún problema... dijo ella. Eso implica:
1.- Pagar las entradas. No hay problema: mañana tengo que cuidar examen de tÃtulo y de ahà saldrán las luquitas de sobra para una velada cinéfila como corresponde, o sea, memorable, en un lugar digno y con sucesos extras.
2.- Otros asuntos anexos, como el transporte, cabritas, bebidas, etc, etc, etc... Para desgracia mÃa, estos asuntos quedan en segundo plano ante el potente, gravitante y determinante dilema a la hora de invitar a alguien al cine, el cual consiste en...
3.- El que invita elige la pelÃcula. No. Pánico. Horror. ¡¡¡Aggghhhhh!!! La montaña a mis pies se torna particularemnte dificil de escalar por razones personales que detallo a continuación:
Es la primera vez que invito a alguien al cine. Sin hueveo, no he invitado al cine ni a mi hermana -obviando lo fome que serÃa, claro-.
No soy habitué de ir al cine. Las veces que he ido a sentarme ante la pantalla technicolor se cuentan con los dedos de una mano. Y, peor que eso, ha sido para ver peliculas familiares y/o mamonas. Desastre. Y, el factor más determinante de todos,
No sé qué peliculas le gustan. He escuchado historias de terror acerca de pelÃculas mal elegidas que han terminado prácticamente con el paquete de cabritas o el vaso de bebida tirado por la cabeza y/o por el lugar en donde suele ubicarse el otro paquete, por lo que no me arriesgarÃa a ser ridiculizado públicamente o que se rÃan en la micro porque crean que no me aguanté. No, gracias.
Asà está la cosa. Es la primera invitación al cine, pero debe ocurrir. Es un momento trascendental en la vida de cualquier joven. Pero, más importante que eso, debe ser ejecutado con gran maestrÃa ya que será recordado para toda la vida...
¿O debo dejarme de pelotudeces y dejar de dar tanta importancia a asuntos que son cotidianos para todo el mundo normal?
6 comentan
mmm creo yo que deberÃas relajarte y cuando lleguen allá decirle "mira te tinca esta, esta o esta pelÃcula?"....hazle creer que es ella la que está eligiendo...
ResponderBorrares buena técnica.
Tranquilo y a pasarla bien no más.
DirÃa que dejes de hueviar, pero este tipo de disquisiciones forman parte de la lÃnea editorial de mi blog asi que serÃa un inconsecuente si te lo dijera.
ResponderBorrarslds
Bah!!!
ResponderBorrarPara mi una invitación al cine siempre ha sido: cada cual paga su entrada, los comestibles son acordados y financiados por ambos (aunque no son realmente necesarios), y la pelÃcula se acuerda en el momento mismo de la invitación.
Luego ir a tomar helado, café o un qué se yo.
En fin ... si aún no sucede el evento, le aconsejo que se relaje, total, es mejor que disfrute del momento, no que se torture.
Suerte
O sea, no veo cuál es el drama. Me parece una cosa lógica que al extender una invitación del tipo que sea, se tenga un plan medianamente armado. Nada más latero que:
ResponderBorrarX: "salgamos el viernes"
yo: "¿qué propones?"
X: "no sé"
Para eso mejor no invitar.
Con el cine la cosa es aún más fácil: entrar a www.cinemark.cl o www.cinehoyts.cl no cuesta nada para alguien que actualiza tan seguido y, por lo tanto, claramente tiene acceso a un PC. Ver la cartelera, elegir 2 o 3 cosas que parezcan entretenidas y decir, "me tincan A, B y C, ¿cuál prefieres?".
¿De qué maestrÃa hablas?????
Saludos
¿O debo dejarme de pelotudeces y dejar de dar tanta importancia a asuntos que son cotidianos para todo el mundo normal?
ResponderBorrarla dura.
hay cosas lejos (Lejos) más trascendentes que eso, onda que hago con el atraso de la regla de la mina con que me acoste.... onda la acgue con haberme gastado esa plata de la que no disponia... la dura... temiendo no se llega a nowhere..
Ademas , por mas cita que sea: NUNCA HACER LO QUE no SE QUIERE HACER.
ASI NO MAS
sLUDOS!
Chuta, Poli, Moira, don Zuricato... extraña coincidencia. Faltó doña no más...
ResponderBorrarZuricato no cachaste que iba en tono sarcástico.