Harto frik el título. Espero que al final se entienda.
Hoy tuve control en Comercio Electrónico. Un atrasado llegó y se sentó donde primero vio asiento libre, claro, no importándole mi bolso el cual primero fue puesto en la silla de al lado... pero de su lado (y en caso de querer sacar una goma o lápiz de repuesto cooperé no más), y luego arrojado al suelo así no más. Carepalo. Vi mi tarea 2: 44 puntos de 70. Bien charcha. Mario a la salida me comenta sobre la prueba y yo emputecío/resignado sin nada amable que decir. ¿Querís un café? Anda a negarte, con el frio que hacía.
Y volvemos a lo del café. Ya comentaba antes que estaba pensando armar una sección en que le invito un café a gente cercana. El problema es que hasta ahora no he tenido la oportunidad porque siempre me invitan los cafés y ando tan tacaño que me meto plata en el bolsillo para pagar la cuncuna de la franja verde... y eso sería todo. Pero lo importante, creo, no es el café. Lo realmente relevante es lo bien que hace a menudo salir del mundo de uno mismo y relacionarse con la demás gente. Mirar devez en cuando más hacia afuera y menos hacia dentro. O, por lo menos, salir a la calle cuando no es necesario salir, ya sea con alguien o solo, en cuyo caso bien viene enchufarse el discman (o el iPod para los que tengan de esos) y empezar a observar el ambiente alrededor. No voy casi nunca al centro, pero cuando iba, lo hacía en la mañana y, no me lo van a creer, pero realmente lo disfrutaba. En mis años de institutano me conocía el centro de memoria y cada vez que salía temprano me iba al paseo Ahumada y a las calles del centro y me gastaba en eso, fácilmente, unas cuatro o cinco horas (es útil recordar que en esos tiempos no existían ni los celulares de palo, por lo que olvídese de avisar que salí temprano, además a mi vieja le gustaba ir a buscarme).
¿A qué viene todo esto? Pues que mientras más hago de estas salidas o me doy el tiempo de compartir con alguien, vale decir, cuando miro más "hacia afuera", es cuando más ganas me dan de escribir. O sea, recuérdese el verano y yo encerrado en casa y mis artículos de "Pretoriano se muere" y yada, yada, yada.
O sea que, al final, eso de "soy blogger porque no tengo vida" o "soy blogger porque estoy solo"... pfff, pamplinas. Ambas cosas van de la mano. De hecho, personalmente considero que me entretengo más leyendo blogs de gente que socializa harto con otras personas que de gente más sola. Los blogs mantenidos por gente solitaria a veces son un buen aporte, muestran ideas a las que es dificil llegar cuando el tiempo de reflexión es ocupado socializando con otros. Pero demasiada reflexión tiende a dar vuelta en lo mismo. Y ahí es donde entra la socialización con otras personas como un ingrediente creativo que potencia y da ganas de compartir la vida propia por escrito, en un blog. En cierta medida es una especie de demostración al mundo de que, aunque el mundo entero tire hacia abajo, uno es capaz de armarse, con sus amigos o seres cercanos, su propio cuento. Y qué mejor que el blog para mostrar lo que uno ha conseguido.
Y ahí está la razón del título de este artículo. Ser un blogger es, entre otras cosas, crearse su propio cuento a partir de la socialización con la gente y mostrarlo.
Y sí, me pisé los talones otra vez, yo que mostraba mi soledad y decía que ser solo es bla, bla, bla... Pero las instancias que, de vez en cuando, posibilitan compartir con el de al frente se están dando. Y ahora más.
¡Así que lleve ya su vida-blogger-pack!
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