La historia es penca.
En 1995 mi vieja trabajaba feliz de la vida como empleada doméstica en una casa de Las Condes. Cierto día sintió unos dolores enormes. Avisó que no podría ir a trabajar. Pensó que se trataba de un dolor temporal, se tomó un agua de hierbas y se durmió.
Al otro día, dolores de nuevo. Mañana voy al consultorio, dijo.
Al día siguiente, mi viejo pidió permiso para faltar a su pega e ir a hacer la cola al consultorio a las 6 de la mañana. Genial: conseguir una hora con el médico general era una especie de alivio. Pero el médico no se la pudo. Era demasiado raro el caso. Interconsulta. El Félix Bulnes por alguna extraña razón no pudo recibir a mi vieja. Así que se fue al San Borja. Pero antes de eso, en el intertanto, desfilaron por la casa canutos gritones, hermanos espirituales, sahumerios varios, sábanas blancas, pulseritas de no sé cuántos poderes, etc, etc, etc. Claro, anda a decirle que eran puras huevadas chantas que no servían de nada. Poco menos que le enrostraban a uno su poca fe.
Una vez en el hospital... Señora Sonia, usted tiene un cáncer avanzado, le dijo el médico. Arreglaron fecha para la operación, no recuerdo cuánto tiempo más adelante. En mala hora mi viejo se había cambiado a Isapre: los ladrones de la Consalud no cubrían más del 20%. El resto tenía que salir mágicamente de su bolsillo, casi dos millones de pesos, en no sé cuántos pagarés a no sé cuanto plazo. Creo que eran tres años.
Llegó el día de la operación. Se llevan a mi vieja en taxi al San Borja. Para ambulancia no alcanza. Estuvo un mes y algo internada. La visité un par de veces cuando pude acompañar a mi viejo al hospital. La pude ver demacrada, débil, con una humilde bata y unas pantuflas.
Pasó el tiempo prudente para darla de alta. Mi vieja volvió a casa. Ese día fue alegre. No pensaba qué era lo que realmente estaba pasando. Luego me enteré que lo que tenía mi vieja era un cáncer de recto. En mi vida jamás había escuchado ese tipo de cáncer. Le sacaron un pedazo de intestino y le hicieron una cosa que le llaman colostomía, algo como lo que mostraba aquel legendario mendigo de las micros que con su bolsa de orina conectada con una sonda trataba de dar lástima para conseguir monedas. Algo así.
Pensábamos en una recuperación. Pero al cabo de algunas semanas una de sus piernas comenzó a hincharse, supuestamente por "líquido retenido". Cuando salió el comercial de Fantasilandia años después, nadie en casa se rió. Todo lo contrario, teníamos las secretas ganas de quemarlo vivo.
Mi vieja tenía que usar pantalones anchos cada vez que iba a hacerse el control al hospital. Recuerdo las veces en que la acompañé. Pero en particular el día en que me dio lata acompañarla y la encontré a la salida, después de ver al médico. Días después me habría confesado que estuvo a punto de tirarse delante de una micro, pero como había llegado a buscarla, no alcanzo a hacerlo.
A partir de aquel día ya nos hacíamos la idea, nos hacíamos de palo, porque lo que venía no era nada bueno. Mi vieja había llegado a una etapa terminal de su enfermedad. Ni la carísima quimioterapia que mi viejo se conseguía quién sabe cómo, ni los ánimos de su familia, ni nada podía evitarlo. Mi vieja se iba a morir en cuestión de meses.
Llegó el día. Junio de 1997. Estaba en cuarto medio. Me mandaron a sacar de clases. Cuando llegué a mi casa ya estaban todos preparándose para el fin. Vi a parientes que en mi vida había visto. Mi abuela (su madre) ya se había venido a vivir con nosotros con el fin de cuidarla. Habían desocupado el living para llenarlo de sillas. Mi vieja, en su cama, sólo gemía y hacía movimientos bruscos.
Cuatro de la tarde. Mi abuela hacía comida para todos. Mantenía la calma. Vayan a llamar a un cura para que le dé la unción. Llegaron todos los vecinos. Desde la señora más decente hasta la vieja de más mal vivir se referían a mi vieja como una buena persona.
Estábamos yo, mi hermana, mi abuela, una tía y mi viejo. Él le tenía tomada la mano. Se fue... Mi viejo la abrazó y lloró a mares. Seis treinta de la tarde. 10 de junio de 1997. Mi vieja se fue.
Empezaron a buscar algún servicio fúnebre. Al rato ya había llegado el cajón. Sacaron todas las sillas del living y comenzaron a montar el aparataje, cirios y por cierto el cajón.
Velorio de amanecida.
Al otro día era el entierro. Mi viejo no sé cómo se consiguió un lugar en el cementerio Parque del Sendero de Pudahuel, seguramente con alguna suerte de pituto, porque se suponía que era para personas que hacían la compra con anticipación. Llegó el día y un bus grande y un par de camionetas del trabajo de mi viejo sirvieron para llevar a quienes no podían llegar. A la vuelta, la familia de mi vieja había quedado en el cementerio porque el familión de mi viejo se acaparó el bus y las camionetas. Después habría pelea por eso. Pero ya daría para otra historia más adelante. Nosotros volvíamos a casa en la camioneta de un conocido de mi viejo. Pensando qué hacer ahora. Cómo seguir.
Y sigo pensando. Cómo seguir. Cómo resistir.
Este domingo, día de las madres, no será un día alegre. Y el día de su muerte, nueve años después, mucho menos.
8 comentan
...no es una historia "penca", es humana, es dolorosa, es como es la vida cuando llega el sufrimiento a nuestra puerta... a la de cualquiera, con un sequito de dolor, sufrimiento, recuerdos...
ResponderBorrarPero, amigo, todo pasa...DEBE PASAR!!! Debe dejar paso a este dia, al presente, a lo poco o mucho que tenga, pero que es suyo.
El futuro se forja este dia, siempre cada dia...
Buena suerte!!!
victor
cuesta referirse a estos temas...
ResponderBorrarDiscrepo de Víctor, esto no pasa. Está en uno el poder acostumbrarse y saber vivir de una manera distinta a la que estaba acostumbrado, pero la pena no pasa.
Pasé por lo mismo aunque no hace 9 sino hace 3. yo tambien pienso cómo seguir, cómo resistir y aún no se cómo se hace. Simplemente día a día uno va improvisando. No sé...
¿El día de las madres? Lo mejor que podemos hacer es pensar en ellas, recordarlas, honrarlas...
saludos
Creo que es poco lo que podemos aportar desde afuera, solo decirte que para los que tiene a su madre al lado o no, es un día para homenajearla, sea como sea o desde donde sea.
ResponderBorrarUn abrazo!
Como dijeron más arriba, te mentiría si te digo que esta clase de cosas pasan. Sólo sé que hay que soportar. Lamento decir que tampoco sé cómo. Sólo sé que se hace; que lo hago.
ResponderBorrarEn eso se va todo.
Cuando sientes que las palabras de aliento (las de buena crianza, y las de verdad) no te valen, te queda aferrarte a tí mismo no más. A decidir seguir adelante. Primero por tí, segundo por tí, tercero por tí, y cuarto por tu sombra :P
Como decían antes, las frases de buena crianza no sirven, y tampoco creo que las estés esperando.
ResponderBorrarMe tocó de cerca eso si, afrortunadamente tengo a mis padres, pero me toca porque ese es mi hospital. Hubiesen sido otros los tiempos, yo haría estado ahí, yo la habría examinado, quizás hasta hubiese estado en el pabellón. Desde nuestro lado sufrimos, pero sufrimos de una manera muy diferente, nunca comparable.
No tengo muy claro por qué seguimos adelante, quizás mi lado ingenuo me dice que en el futuro vendrán momentos que de alguna manera "compensen" todo lo malo. En estos momentos uno quisiera Creer, pero cuando no crees sólo cuentas contigo mismo, y con darse cuenta de que uno es un huevón demasiado importante como para perderse.
un abrazo
Desde la experiencia puedo decir que no hay que llorar por haberla perdido, sino agradecer el haberla tenido. ¡Cliché? no. Como todo ser humano, dule desprenderse. No abrazar más. No compartir. Pero prefiero recordar lo vivido a el instante que murio. asi, el dolor se vuelve en nostalgia, recuerdos....alegrias...
ResponderBorrarY por cierto....
Cuando escribes Vida, que es eso....en serio agradece por el simple hecho de respirar. Alguien que quiero mucho acaba de morir hace unos dias por ni siquiera poder hacer eso...respirar. Agradece tu vida, que no es sólo tuya....tambien es de tus viejos, esten en este mundo o en del cielo.
Saludos
Chuta... el dolor se nota en tu escrito... dolor que aún no pasa... lo lamento de veras... a mi mi pasa algo parecido con el día del padre... me crié con él... cuando se fue el febrero de 1997 mi mundo se fue al suelo... y al igual que a tí no sabía cómo seguir... tras estos años, el dolor se ha mitigado, pero el vacío en mi corazón continúa ahí...
ResponderBorrarsolo queda recordarlo como el hombre que fue... todo lo que me entregó... todo lo que hizo para que mi vida fuera linda...
Saludos cordiales
me asombra tu entereza para afrontar las cosas, sin duda no te a tocado vivir la parte bonita de la vida, pero sigue estudiando , sigue avansando para dejar toda la tristeza y amargura que ocupan tu cuerpo y corazon.
ResponderBorrarojala en un futuro no practiques eso que se llama resentimiento. es lo peor con que puede vivir una persona.
te deseo lo mejor del mundo
EX estrellaperdida.
un besito