Cierro una etapa. Sé de la alegría de la persona que alguna vez fue cercana. Sé de sus mariposas en la guata, de que ya parece haber encontrado, otra vez, a su principe azul y no soy yo (cual Shrek). Se mandan recaditos entre líneas. Se manifiestan felicidad. Era obvio que uno de los dos iba a perder y otra vez me tocó el sorbo de café amargo.
En este momento, bajo juramento, pongo fin a un sueño que nunca trascendio ni fue público. Y lo peor de todo fue que en su momento decidimos mutuamente que fuese así. Porque sería mal visto. Porque nadie lo hubiese creído.
Actualización: la susodicha acaba de poner la lápida.
2 comentan
uff decisiones que a la larga pueden costar tragos amargos. pero no hay que olvidar por que se tomaron.
ResponderBorrarcon conocimiento de causa.
m.
:|
ResponderBorrar¿?