Quiebre

  • Por William Hernández F.
  • agosto 24, 2005

Cierro una etapa. Sé de la alegría de la persona que alguna vez fue cercana. Sé de sus mariposas en la guata, de que ya parece haber encontrado, otra vez, a su principe azul y no soy yo (cual Shrek). Se mandan recaditos entre líneas. Se manifiestan felicidad. Era obvio que uno de los dos iba a perder y otra vez me tocó el sorbo de café amargo.

En este momento, bajo juramento, pongo fin a un sueño que nunca trascendio ni fue público. Y lo peor de todo fue que en su momento decidimos mutuamente que fuese así. Porque sería mal visto. Porque nadie lo hubiese creído.

Actualización: la susodicha acaba de poner la lápida.

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2 comentan

  1. uff decisiones que a la larga pueden costar tragos amargos. pero no hay que olvidar por que se tomaron.
    con conocimiento de causa.
    m.

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