Mis Dos Chauchas: Las promotoras (y los molineros)

  • Por Canal Preto
  • agosto 23, 2010

Ya que me lo recuerdan.

Situaciones y personas hinchapelotas allá afuera hay pa' regalar. Viejas random en el pasillo del Metro que se les pierde el cabro chico o se dan vuelta a ver donde cresta se tropezó la comadre, viejos de mierda que viven en el departamento de abajo y que les molesta todo lo que haces o tienes, o el institucionalizado "cacho de oficina". Pero hay pocas cosas más "pulga en la oreja" que las promotoras.

A las viejas random les podís hacer el quite, a los viejos gruñones los podís pelar con el conserje o con otro vecino, y las pegas cacho de la oficina las podís negociar. Pero con las promotoras, no podís hacer na. ¡Pero na!

Quédese quietita, ni se moleste en meter la cuchara, así se ve mejor

La labor de la promotora es impedir tu libre elección. Es lavarte el mate y convencerte que el producto de mierda que te están embutiendo es mejor o te conviene más. Y al final del día cobrar un moco de plata o una comisión ratona. ¿Vale la pena para alguien? No lo creo. Al único idiota que le conviene es al gil de la importadora chanta que trae cachibaches chinos y les chanta la marca aquí. Porque, pa qué estamos con cosas, la peor promotora, la más hinchabolas y la que más te caga el día es aquella que te quiere tratar de embutir un producto más penca que el que quieres comprar.

La estufa

Una tarde de invierno del año pasado tuve la urgencia de cambiar la estufa a parafina. Es que, de verdad, ya no las hacen como antes. Y la muerte de la mía resultó ser debido a diseño deficiente -pero ése es otro cuento-. Así que una tarde fui con el mini-familión al Homecenter. Ese del "hágalo usted mismo", del "anti-servicio", sí, ése mismo. Pero na de eso. Iba a comprar un producto terminado, de llegar y usar. Una nueva estufa, flamante y filete.

Y adivine quién estaba estorbando el paso, sí, una promotora.

Pa' más recacha, era una promotora de una marca que otrora era digna -no la mencionaré para no ofender a nadie-, pero le pasó lo que a muchas: no pudieron competir con el producto importado y terminaron importando todos sus productos a fábricas de genéricos en China, les chantan la calcamonea y tate. Y la pobre mina insistía a quien pasara por ahí que eran las que más convenían por consumo y rendimiento calórico y yada, yada, yada... Eso me obligó a dar la vueeeeeeeelta y entrar al pasillo por el otro lado. Al final, como había presupuesto para evitar ratonear, me llevé una estufa a gas filete, tal como quería.

Pa' no quebrarme, tampoco diré la marca.

Epílogo

De todas maneras no me arrepiento de nada, y mucho menos de no haber "invertido" un turro de plata en una de esas Toyotomi. El tiempo me dio la razón. Son demasiado sofisticadas pa' Shile. O sea, todo bien con su sistema electrónico, laser y la cach'e la espá, pero la parafina shilena es charcha. Y ahí, na' que hacer. Na.

Y aunque sale más caro el gas que la de parafina, el haber eventualmente conservado la antigua no era viable -era de esas tipo "foguita", en departamento... no way-. Aparte que no me hubiera caído na en gracia al viejo de abajo quejándose por los olores.

Es que Gargamel existe, y vive en el 36. Y si tuviera un oficio, sería molinerors. Pero, lo peor de todo, entre creerle a la promotora o al molinero, me quedaría con el molinero. ¡Santas contradicciones, Batman!

* Imagen: [vía]

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